martes, 21 de marzo de 2017

ARIGlobal: ¿Resurge el nacionalismo radical?

ARIGlobal
Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales de la UCV.  Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de la agenda internacional y de las relaciones exteriores  de Venezuela que combina lo interméstico y global  

Felix Arellano*     
                                                               
Desde el surgimiento del Estado Nación, formalmente establecido con la firma de la Paz de Westfalia en 1648, su papel en la dinámica mundial ha sido fundamental, podríamos decir que ha sido el epicentro y gran hegemon y, desde los inicios del sistema internacional, los Estados se han caracterizado por un celoso control de su capacidad de acción individual, lo que fue conformando el cuadro de la soberanía absoluta. Ahora bien, con el dinamismo y heterogeneidad que caracteriza a las relaciones internacionales y, en la medida que la interdependencia y la globalización se van fortaleciendo, la acción individual de los Estados va resultando limitada y vulnerable; empero, paradójicamente, estamos observando como el nacionalismo radical está resurgiendo, fundamentalmente en países prósperos económicamente, lo que además de exacerbar la incertidumbre, pudiera conllevar consecuencias negativas, no solo para esos países, sino para el sistema en su conjunto.
Luego de la IIda Guerra Mundial, las complejas transformaciones técnicas y tecnológicas contribuyeron a estimular nuevas visiones y formas de organización del escenario mundial, donde el papel del Estado se va flexibilizando y reduciendo. En este contexto, podemos apreciar el progresivo surgimiento y consolidación de nuevos actores internacionales tales como: las corporaciones transnacionales, las organizaciones internacionales y las organizaciones no gubernamentales (ONG). También destaca el creciente desarrollo del multilateralismo y la integración económica.
La creciente interdependencia va generando que temas fundamentales para el funcionamiento de las sociedades y, en particular, para su bienestar, se encuentren cada día más interconectados en el escenario global, podríamos mencionar por ejemplo: el comercio internacional, las telecomunicaciones, las finanzas o los procesos productivos que se van estructurando en cadenas globales de valor a escala mundial.
Pero lo más desafiante para los Estados tiene que ver con los graves problemas que se han desarrollado en el marco de la dinámica global, como los retos ecológicos: calentamiento global, capa de ozono o el agua dulce por mencionar algunos; también nos encontramos con la vulnerabilidad de los derechos humanos o con los llamados ilícitos internacionales tales como: tráfico de estupefacientes, tráfico de órganos humanos, tráfico de personas, tráficos de armas; o los ilícitos financieros, entre ellos la creciente corrupción. Y no podemos dejar de mencionar los desafíos sanitarios globales como el VIH/SIDA, la gripe aviar o el ebola.
Las fuerzas que buscan conformar nuevos Estados independientes en España, Canadá o Bélgica por citar algunos; o los Estados que buscan un mayor aislamiento, con el supuesto objetivo de fortalecer su capacidad de acción y de bienestar; parecieran olvidar que la realidad técnica y tecnológica que vivimos nos interconecta, nos hace interdependientes. Claro que podemos aislarnos, pero con costos sociales muy altos. Lo irracional es que se presente al aislacionismo como una opción para enfrentar las limitaciones del mundo global, pues en la práctica, puede resultar que se agraven los problemas iniciales, y se generen otros nuevos, tanto para el país, como para el conjunto.
Como parte del libreto del nacionalismo radical que estamos observando destaca el rechazo a los procesos de integración económica. Se argumenta, equivocadamente, que la integración es la culpable de problemas económicos, como el desempleo, olvidando la compleja dinámica de la productividad y la competitividad. La integración puede generar problemas sociales, la IV Revolución Industrial, caracterizada por la expansión de la robótica en los procesos productivos, también puede conllevar problemas sociales; pero en ambos casos, la solución no tiene que ver con la destrucción de las máquinas o de los centros de investigación o de los acuerdos de integración.
La tesis que sostiene que frente a los problemas que genera la integración la solución exige profundizarla, no es baladí. En este orden de ideas, no es el aislacionismo, ni la soberanía absoluta con barreras y muros lo que puede resolver los problemas sociales que estamos enfrentando; por el contrario, las soluciones exigen más diálogo, negociación, participación, cooperación, multilateralismo e integración; frente a los problemas globales, se requieren soluciones negociadas globalmente. Todo lo contrario de lo que pregonan las propuestas populistas y autoritarias.

*Profesor   FACES/ ARIG

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