Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a
cargo de docentes e investigadores vinculados al postgrado de relaciones
internacionales y globales de la UCV.
Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de la agenda
internacional y de las relaciones exteriores de Venezuela que combina lo
interméstico y global
Marìa Gabriela Mata Carnevali
La COVID19 ha puesto de relieve
desigualdades sistemáticas. Pero también nos ha ayudado a descubrir nuestra
fortaleza interna y nuevas formas para conectarnos con los demás, renovando
nuestra motivación para actuar en favor de un mundo mejor. Como dice el lema
adoptado este año para celebrar el Día Internacional del Refugiado, “toda
acción cuenta”, “todo el mundo puede marcar la diferencia”.
Filippo Grandi, el Alto
Comisionado de las Naciones Unidas en esta materia, rindió homenaje a la
resiliencia de las personas desplazadas a la fuerza en todo el mundo, muchas de
las cuales están en la primera línea de batalla contra la pandemia de coronavirus,
a pesar de las dificultades que normalmente deben sobrellevar. Desde médicos,
enfermeras, educadores, cocineros, modistas, periodistas y locutores, hasta voluntarios,
muchos migrantes y refugiados están encontrando formas de participar.
En América Latina y España
destaca la labor de aguerridos venezolanos que abandonaron todo en busca de un
futuro para ellos y sus hijos y hoy encuentran una manera de insertarse en los
países que les dieron abrigo aportando lo mejor de sí como profesionales y como
personas.
La crítica situación en
Venezuela, que ha llevado al mayor éxodo en la historia reciente de la región,
provocando una de las crisis de desplazados más importantes en el mundo, tiene
al menos un lado amable como es el de dar a conocer los múltiples talentos de
los venezolanos.
Los que todavía estamos aquí,
desplazados en nuestro propio país, debemos llenarnos de esa fuerza desplegada
por nuestros compatriotas afuera para hacer frente al enemigo interno, el virus
chavista que enferma el alma y mata democracias.
Desplazados estamos, algunos en
el sentido estricto de la palabra, obligados a mudarnos a otras ciudades o estados,
o a “refugiarnos” en casa de familiares o amigos por falta de servicios o
amenazas del Estado terrorista. Pero desplazados también estamos en sentido
figurado, desplazados del lugar que nos corresponde como profesionales en
puestos de responsabilidad hoy en manos de incompetentes; desplazados del
progreso y el bienestar, obligados a vivir en condiciones deplorables;
desplazados emocionalmente, con el corazón dividido en tantos países como
destinos encontró nuestra sangre.
Que no se nos olvide. Todo el mundo puede marcar la diferencia, en
la universidad, en la oficina, en la calle, en la Iglesia, en la comunidad. Toda
acción cuenta.
La defensa y promoción de los derechos
humanos luce como la acción estratégica que puede ayudarnos a alcanzar la
unidad necesaria para hacer frente a este reto histórico que nos conmina a
sacar lo mejor de nosotros.
Ante la sentencia de muerte que
enfrentan los partidos, enarbolemos sin miedo una única bandera plural, la
bandera de los derechos humanos que ya cuenta con el importante respaldo
internacional.
“La noción de Derechos Humanos se
corresponde con la afirmación de la dignidad de la persona frente al Estado”,
dice Pedro Nikken (1994); y es que la dignidad de la persona puede verse
ofendida por distintas causas, pero no todas configuran, técnicamente,
violaciones a los derechos humanos.
La nota característica de las
violaciones a los derechos humanos es que ellas se cometen desde el poder
público o gracias a los medios que éste pone a disposición de quienes lo
ejercen. “Usualmente implican lucha” nos recuerda por su parte Carlos Chipoco
(1994), pues muchas veces mantener la seguridad nacional se convierte en la
excusa perfecta para asaltar las libertades humanas.
La universidad se lucha o se
pierde. El país se lucha o se pierde. Nuestros derechos como venezolanos, como
seres humanos, se luchan o se pierden, porque este gobierno no quiere reconocerlos
aferrado a una interpretación relativista, que pone la soberanía estatal al
servicio de su ambición y por encima del Derecho Internacional.
Hagamos del Sistema Universal de
Protección de los Derechos Humanos nuestro aliado y avancemos hacia una nueva Venezuela
de la que nadie quiera irse y, al contrario, se convierta de nuevo en refugio
de sueños expatriados.
Referencias:
Chipoco, Carlos (2010). La
protección universal de los derechos humanos. Una aproximación crítica. En:
Rodolfo Cerdas y Rafael Nieto (comp.)
Estudios básicos de derechos humanos. IIDH.
Nikken, Pedro (1994). El concepto
de derechos humanos. En: Rodolfo Cerdas y Rafael Nieto (comp.) Estudios básicos de derechos humanos I. IIDH
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