Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de
docentes e investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales
y globales de la UCV. Opiniones, comentarios y reflexiones sobre
distintos temas de la agenda internacional y de las relaciones exteriores
de Venezuela que combina lo interméstico y global
Lucía Galeno*
El reciente e “histórico” encuentro
entre el actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump y el mandatario
norcoreano Kim Jong-un, estuvo
precedido de varios meses de fuertes tensiones diplomáticas, expresadas incluso
en advertencias mutuas de uso de misiles como respuesta a posibles ataques armados,
que hacían pensar como imposible una negociación. A pesar del inédito encuentro
entre estos jefes de estado, en el pasado, se habían realizado esfuerzos
importantes de entendimiento, de éxito parcial y coyuntural, pero solo en esta
oportunidad, cristalizó en la reunión de los mandatarios.
En general, si bien la historia de las relaciones entre ambos
países puede
calificarse como de alta tensión, también, ha sido un indicativo de los cambios
de orientación de la política exterior estadounidense, de acuerdo a las grandes
transformaciones del sistema.
El origen data de 1945 con la creación misma
del estado norcoreano, producto de la división de la Península en dos mitades,
en base al paralelo 38, luego del Armisticio y rendición japonesa con la que
culmina la 2da Guerra Mundial. El Sur, quedaba bajo el control de los Estados
Unidos crea la República de Corea del Sur, mientras que el norte, fue tomado
por los soviéticos. En 1950, luego de la salida de rusos y estadounidenses de
la Península, el Norte, bajo el mando del comunista Kim il-Sung, invadió el Sur, desatándose
la Guerra de Corea, que condujo a la intervención de la ONU, en acción liderada
por Estados Unidos, ante la abstención
de Rusia. Más tarde, entraría al conflicto, la China de Mao Tse Tung, luego de
la Revolución Comunista, por lo que la guerra se extendió hasta 1953, acabando
sin un cambio significativo.
A partir de ese momento, la
relación entre Corea del Norte y los Estados Unidos, siempre pasaría por una injerencia
directa de Rusia y la China Popular. Los estadounidenses, desde Corea del Sur, en
donde establecieron un anillo de bases militares para la contención de estas
potencias. Así, durante toda la Guerra Fría, las tensiones en la Península, se consideraron
confrontaciones en zonas periféricas, aunque en su última fase, Corea del Norte
da inicio a su programa nuclear.
Al finalizar la Guerra Fría y
en su nuevo papel de súper potencia y policía del mundo, los Estados Unidos,
con la promoción del liberalismo económico y de la democracia, intenta la
relación bilateral directa con Norcorea, disminuyendo su armamento en el Sur y
en 1992, las Coreas firman un primer acuerdo para la eliminación de las armas
nucleares, sin embargo, en 1993, el Norte reanudó su desarrollo nuclear, inaugurando
una etapa en la que la tensa relación entre la potencia americana y este país, pasará
por una especie de “chantaje” mutuo, la ayuda económica estadounidense se
transará a cambió del cese del desarrollo nuclear militar. Incluso, en 1994 con
Bill Clinton, el ex presidente Jimmy Carter viajó a Corea del Norte y suscriben
un acuerdo de cooperación en el mismo sentido, pero en 1998, Pyongyang lanza su primer misil de largo alcance,
conduciendo a una nueva negociación en el 2000.
La dinámica anterior, da un
viraje en el 2002. Luego del ataque del 2001, los Estados Unidos emprenden la
“lucha contra el terrorismo” e incluyen a Corea del Norte, en el “Eje del Mal”,
países calificados de terroristas o de apoyo al mismo, transcurriendo así casi
una década de tensiones. Con la nueva administración de Barack Obama, y de Kim
Jong-Un, quien sucedió en 2011 a su padre (Kim Jong-Il, sucesor de Kim Il-Sung),
las tensiones disminuyen una vez más.
En ese ir y venir, Pyongyang ha logrado desarrollar armas nucleares,
abriéndose una nueva era de relaciones entre mandatarios con un discurso
frontal como lo son Trump y Jong-Un, que, sin embargo, han producido este giro con la intencionalidad de suscribir compromisos
para la desnuclearización de la Península Coreana, por lo que queda la
incertidumbre de si esta vez será definitiva, o si representa otro acto de la
misma dinámica de las tres últimas décadas.
* Profa. Cátedra de Historia de las RRII
Fuente: operamundi.com