Espacio de
reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e investigadores
vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales de la
UCV. Opiniones, comentarios y
reflexiones sobre distintos temas de la agenda internacional y de las
relaciones exteriores de Venezuela que
combina lo interméstico y global
Alfredo Ordoñez*
La
presencia de militares rusos en la República Bolivariana de Venezuela ha
generado una gran preocupación en sus vecinos de la región y, especialmente, en
los Estados Unidos de América. Luego del anuncio del Presidente de los EE.UU,
Donald Trump, a finales del año 2018, de retirar las tropas militares del
territorio sirio, y la necesidad de disminuir la presencia militar en aquellas
zonas donde no se genere ningún beneficio para los americanos, pareciera haberse
dado una suerte de equilibrio geopolítico en el mantenimiento de las zonas de influencia
de las naciones más poderosas del mundo.
Sin
embargo, la estrategia del Presidente Ruso, Vladimir Putin, ha sido todo lo
contrario. El expansionismo ruso recobró fuerza con la adhesión de Crimea y Sebastopol en territorio ucraniano en el año
2014. Este impulso promovió la confianza que necesitaba el Kremlin para tener
en el 2015 presencia militar en Siria en favor del gobierno de Bashar al-Assad;
fortalecer el convenio de la "ruta oriental" de suministro seguro de
engería para la República Popular China a través de un gasoducto (38.000
millones de metros cúbicos anuales de gas natural en 30 años, al precio de
400.000 millones de dólares); y lograr una reunión estratégica a principio del
2019 con el primer ministro israelí,
Benjamín Netanyahu, para realizar acciones conjuntas en territorio sirio, disminuyendo
la influencia norteamericana en el Medio Oriente.
En
tal sentido, la presencia de militares rusos como demostración de apoyo al
gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, no es más que una exhibición
estratégica del presidente ruso para resaltar su influencia expansionista en
todo el mundo, y en especial a la zona de seguridad de los Estados Unidos de
América, su eterno rival desde la Guerra Fría.
En
esencia, esa estrategia provocativa del Kremlin para Washington, ha obligado a
este último a activar a los veintinueve (29) miembros de la Organización del
Tratado Atlántico Norte (OTAN) y al Consejo de Seguridad de la Organización de
Naciones Unidas (ONU) para evaluar el rol que viene desempeñando Rusia en las
zonas de conflicto internacional y la situación particular de Venezuela conforme
a los protocolos internacionales, pero también como una forma de convalidar
cualquier acción unilateral de los EE.UU frente a una amenaza directa en su
zona de seguridad nacional.
De
ahí que Washington ha bajado sus expectativas sobre el retiro de tropas de
Siria, y ha reactivado su lobby con sus aliados en el Medio Oriente (Israel,
Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos) frente al expansionismo ruso en Yemen,
Siria y Turquía. De igual forma en América Latina, han brindado todo el apoyo a
los miembros del Grupo de Lima frente al expansionismo ruso en Venezuela.
Al
respecto, la crisis política, económica y social que sufre Venezuela ha permito
que el territorio soberano se convierta en una vitrina de exhibición hegemónica
para Rusia y los Estados Unidos de América. Los problemas de legalidad y
legitimidad de la institucionalidad política, aunado a las constantes
violaciones de los derechos humanos de forma sistemática, han dejado a la
nación venezolana desamparada en búsqueda de una tutela internacional. Ejemplo
de ello, han sido los planes expuestos por los distintos actores políticos de
Venezuela, enfrascados en la dependencia petrolera y en una política monetaria
ajustada a un sistema de endeudamiento internacional.
De
ahí la estrategia de cabildeo internacional por parte de los actores políticos
venezolanos; un grupo para mantener su poder a la sombra de la presencia rusa,
y el otro, en búsqueda del poder a la sombra de la estatua de libertad. Tal vez
consecuencias del Neo-imperialismo. Sin embargo, lo más preocupante es la
situación de crisis que enfrenta Venezuela y que se agudiza cada día más, sin
que se vea en ninguno de los actores políticos una planificación estratégica como nación que permita retomar
el camino al desarrollo.
*Internacionalista
MSc.
en Economía Internacional
Doctorante
en Estudios del Desarrollo
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/ Instagram: @alf_ord