martes, 26 de febrero de 2019

ARIGlobal: Guaidó y el Reconocimiento Internacional



Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales de la UCV.  Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de la agenda internacional y de las relaciones exteriores de Venezuela que combina lo interméstico y global



Luis Angarita*




En nuestra historia reciente, nunca antes Venezuela ha tenido tanta atención de la comunidad internacional, motivada a la crisis multidimensional que vive nuestro país caribeño. Y, como es característico de la realidad internacional, los cambios han estado presentes en cuestiones tan sensibles y doctrinarias como lo es el reconocimiento internacional.

Vinculado estrechamente con conceptos como el Estado-Nación (paradigma base de las relaciones internacionales) y el de soberanía, el reconocimiento es uno de los elementos básicos de la constitución de un Estado; junto a los componentes de población, territorio y gobierno, los reconocimientos tanto interno como internacional son parte sustancial en la identificación de un país como sujeto de derecho internacional y, en medio de este desarrollo, el principio de autodeterminación los resguarda para determinar sus formas de gobierno o sistemas políticos, en el concierto de las naciones.

A lo largo del Siglo XX varias visiones entraron en debate, claramente resumidas en dos posturas en cuanto al reconocimiento de los Estados y sus formas de gobierno: la llamada Doctrina Estrada, que reconoce a un Estado sin debatir su legitimidad interna o forma de gobierno, y la Doctrina Tobar, que condiciona el reconocimiento de un gobierno si este fue tomado por la fuerza.

La exaltación de los Derechos Humanos y su participación en el debate de las relaciones internacionales imprime nuevos criterios y formas de reconocimiento, al punto de ser un requisito sine qua non¸ para la permanencia en esquemas de integración con la instauración de “cláusulas democráticas” que condicionan la membresía a la observancia de los principios democráticos y de Derechos Humanos reconocidos universalmente.

Así pues, el caso Venezuela crea una situación nueva en materia de reconocimiento. La crisis institucional que se ha generado en el país coloca a la comunidad internacional en la dilemática situación de reconocer a Nicolás Maduro, proclamado por un proceso “no democrático” (como ha sido identificado por toda la comunidad internacional) en observancia al principio de autodeterminación o reconocer a Juan Guaidó como legítimo presidente encargado (en interpretación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela), abogando por la implementación de criterios democráticos y el respeto de los Derechos Humanos.

Mientras más de 50 países de la comunidad internacional avanzaron en el reconocimiento de Guaidó, la situación luce compleja para países que mantienen de manera implícita relaciones políticas con Maduro y su administración, por cuestiones elementales y básicas de presencia diplomática y reciprocidad. Se crea entonces la polémica situación de dar reconocimiento a dos gobiernos para un solo Estado.

Probablemente surgirán nuevas visiones y nuevas formas administrativas a partir de esta situación. Ya dentro de la Unión Europea se debate acerca del consenso como forma de acción de su Política Exterior, ya que pequeños países como Chipre pueden frenar iniciativas de grandes países como Alemania, Francia o Reino Unido, y restar así fortaleza a la diplomacia europea.  Quizá en el reconocimiento a Guaidó se puede allanar una ruta política para la resolución de la crisis institucional, enarbolando las banderas de los Derechos Humanos y Democracia, ya que esto no es un debate ideológico entre izquierdas o derechas, sino entre la democracia y libertad versus la tiranía y la barbarie.

*Prof FACES/EEI

Juan Guaidó, presidente (e) de la República de Venezuela, en su llegada a la ciudad de Bogotá, Colombia para participar en la reunión XI del Grupo de Lima. Foto: CancilleríaCol


martes, 19 de febrero de 2019

ARIGlobal: LAS FRONTERAS CULTURALES DEL MEE TOO



Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales de la UCV.  Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de la agenda internacional y de las relaciones exteriores de Venezuela que combina lo interméstico y global


Fidel Canelón *




              La noticia generó una pequeña conmoción, sobre todo en los círculos políticos y académicos de nuestra región: Oscar Arias, el dos veces presidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz de 1987, respetado por tirios y troyanos, fue acusado recientemente de abuso sexual por Alexandra Arce von Herold, una psiquiatra costarricense y activista por el desarme nuclear. Dicho abuso habría ocurrido en 2014, luego de culminar una reunión celebrada en casa del laureado político y abogado  costarricense. Pero la noticia no se quedó ahí: en los días subsiguientes otras nueve mujeres, inspiradas en Arce, introdujeron sucesivas acusaciones en los tribunales ticos por la misma razón.

            Este incidente lleva inmediatamente a reflexionar el impacto que ha tenido más allá de las fronteras de los Estados Unidos el movimiento Mee Too, que tomó impulso a fines de 2017, cuando varias actrices acusaron de abuso sexual al productor de cine Harvey Weinstein, quien a la postre sería enjuiciado por los tribunales de su país. En unas pocas semanas Mee Too se hizo viral en numerosos países del mundo, generando reacciones y denuncias de las mujeres contra connotadas personalidades masculinas de los más distintos ámbitos laborales y de la vida social: la industria del entretenimiento, las artes, la política, el deporte y los negocios.

Es notable, sin embargo, que -con algunas excepciones- solo en Estados Unidos Mee Too ha mantenido un alto perfil y generado de verdad ulteriores consecuencias. Incluso dentro de los confines de Europa su efecto ha sido limitado, llegando a presentarse declaraciones adversas de sectores femeninos en países como Francia, que llegaron a decir que veían en él matices totalitarios, al observar la liquidación pública a la que fueron sometidas de manera indiscriminada muchas figuras masculinas. No hablemos de la mayoría de los países asiáticos y del mundo islámico, en los cuales solo han ocurrido unas contadas y aisladas reacciones. En América Latina, pese a las hondas influencias del discurso de los derechos civiles y humanos de raigambre occidental y del terreno ganado por los temas de género, como la violencia contra la mujer, el aborto, así como los temas de la comunidad LGBTI y asociados, hasta la denuncia contra Arias, Mee Too prácticamente había pasado por debajo de la mesa.

Todo esto nos introduce en el espinoso tema de la multiplicidad de factores que condicionan el tratamiento de los temas de género a lo largo del globo terráqueo, entre los que los elementos culturales y religiosos, las estructuras sociales y familiares específicas, así como costumbres de carácter étnico o de clan, juegan un papel determinante. En nuestra región, por ejemplo, más que el acoso sexual, quizá el tema género que tiene mayor visibilidad es la violencia contra las mujeres, que ha llevado a crecientes campañas de educación promovidas por ONG y agencias gubernamentales; y que en países como México ha tenido manifestaciones dramáticas, como el conocido caso de los homicidios de mujeres en Ciudad de Juárez.

¿Cómo explicar, entonces, la notable relevancia que tiene en Estados Unidos el tema del abuso y el acoso sexual, mucho más que en sus pares occidentales europeas y otras naciones del mundo? Posiblemente una de las razones nos la da Alexis de Tocqueville en su extraordinaria La Democracia en América, donde revela la honda impresión que le produjo la independencia que las familias norteamericanas le concedían a sus hijas desde temprana edad, adquiriendo una apreciable libertad para establecer relaciones sociales, contribuyendo a darle un mayor margen de seguridad a la hora de desenvolverse con el sexo masculino. Pero esto por sí solo no es suficiente. Junto a ello, sin duda,  hay que destacar también el puritanismo latente en la sociedad norteamericana hasta el día de hoy, que lleva a darle una gravitación muy grande a todo lo que concierne al establecimiento de relaciones carnales, y a poner bajo la vindicta pública todo lo que tenga una pizca de lascivia o de cierta manifestación de las cargas libidinosas.

Una cosa es indiscutible: los temas de género y asociados, como la problemática del aborto, el matrimonio igualitario, la comunidad LGBTI, etc., siguen ganando visibilidad y generando tensiones en muchas naciones. Y la rapidez de los avances en esta materia  dependerá en buena medida de la capacidad de superponerse a las barreras culturales y religiosas en las distintas regiones del planeta.

*Prof FACES/EEI



                 Generando conciencia sobre la violencia sexual. Foto: Spotlight


lunes, 11 de febrero de 2019

ARIGlobal: DIPLOMACIA Y RECONOCIMIENTO EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES: Venezuela y el Grupo de Lima




Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales de la UCV.  Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de la agenda internacional y de las relaciones exteriores  de Venezuela que combina lo interméstico y global


Alfredo Ordóñez López*





La crisis política y económica que enfrenta la República Bolivariana de Venezuela ha tenido un alto grado de incidencia en sus relaciones internacionales. Luego de la proclamación del Diputado y Presidente de la Asamblea Nacional (AN), Juan Guaidó, como Presidente (E) de Venezuela, se ha generado una duplicidad en las relaciones diplomáticas de Venezuela. La dualidad en las instituciones públicas del Estado venezolano ha obligado a los gobiernos del mundo a considerar inminente realizar un “reconocimiento de gobierno”.

El reconocimiento de gobierno es un acto declarativo que realizan los jefes de Estados para admitir a un representante de gobierno de otro Estado dentro de la comunidad internacional, por lo que es la convalidación jurídica de una situación de hecho. De igual forma, se puede generar un desconocimiento de gobierno cuándo éste se constituye de forma extrajudicial y se sostiene mediante el uso de la fuerza, rompiendo con los principios de paz y seguridad emanados de la comunidad internacional. En el caso latinoamericano, el reconocimiento de gobierno se realiza cuando este surge en el marco constitucional.

Las naciones latinoamericanas, dado su sistema Presidencialista, instituyen su contrato social a través de las Constituciones porque tiene como propósito el control de los gobiernos. ¨La constitución representa el límite del poder. Si el poder no tiene límites no hay constitución¨(1). De tal manera que cuando un gobierno genera acciones o agresiones en contra de la sociedad son comportamientos anticonstitucionales, por lo que su legitimidad se vuele discordante ante la esencia del contrato social, lo que al final afecta severamente su posición dentro de la legalidad.

Venezuela se encuentra ante una grave crisis de gobernabilidad y convivencia política, y ante esa situación, los gobiernos que conforman el Grupo de Lima (14 países) tienen la potestad discrecional del reconocimiento de gobierno, ya sea de forma expreso o condicionante cuando lo consideren fundamental para sostener el orden y la paz regional. El 4 de enero de 2019 el Grupo de Lima determinó que "no reconocen la legitimidad” de un nuevo periodo presidencial de Nicolás Maduro, y ya para el 23 de enero de 2019 Brasil, Colombia, Paraguay, Chile y Perú reconocieron al Dip. Juan Guaidó, como Presidente (E) de Venezuela conforme a la Constitución y el apoyo social exhibido en un acto público.

De tal manera que los gobiernos que conforman el Grupo de Lima se sustentaron en la legitimidad para otorgar el “reconocimiento de gobierno de forma expresa” al Dip. Juan Guaidó, como una política internacional pertinente para el sostenimiento de la democracia, siendo esta la mejor opción para garantizar la paz, la seguridad, el desarrollo (2), y evitar las violaciones a los Derechos Humanos. Sin embargo, el reconocimiento de gobierno debe pasar por un acto o gestión diplomática, y por ello el nombramiento de representantes del Estado venezolano ante el Grupo de Lima, Chile, Costa Rica, Honduras, Perú, Panamá, Ecuador, Colombia Canadá, Argentina, Estados Unidos, dándole así una acción de hecho al acto declarativo.

En el caso de los países que han mantenido el reconocimiento a Nicolás Maduro, como Presidente Constitucional, se enmarcan en los principios establecidos en la Carta de las Naciones Unidas sobre la libre determinación y el derecho de los pueblos a decidir su propia forma de gobierno, forma de independencia, autonomía, referéndums, elecciones y legitimidad de los gobiernos (3). Por lo que se han mantenido rígido en una Diplomacia Clásica Bilateral de forma permanente, argumentando que la diplomacia busca “contribuir al desarrollo de las relaciones amistosas entre las naciones, prescindiendo de sus diferencias de régimen constitucional y social” (4), siendo este último aspecto la posición manifestada por México dentro del Grupo de Lima.

El reconocimiento de gobierno pareciera obligatorio de jure pero en principio es puramente doctrinal, ya que la actitud de los Estados está dictada por motivos de orden esencialmente político (5) y económico. En tal sentido, las relaciones internacionales entre el Grupo de Lima y Venezuela, se mantienen bajo una “Diplomacia ad hoc” dado su carácter permanente hasta que se cumplan las condiciones esenciales para el restablecimiento del orden democrático, y así regresar a una diplomacia temporal.

Sin embargo, esta Diplomacia Paralela que presenta la institucionalidad venezolana, perjudica significativamente la imagen internacional del país, quebranta los principios de unidad de acción en el exterior y debilita sus relaciones comerciales con el resto del mundo. Por lo tanto, al generarse un restablecimiento del orden democrático y estabilidad política en Venezuela, la gestión diplomática deberá pasar por un proceso de revisión y redefinición profunda de sus objetivos, siendo esta “el instrumento de que se vale la política exterior de cualquier Estado” (6) para la realización de sus planes en el marco de las relaciones internacionales.


*Internacionalista
MSc. en Economía Internacional
Doctorante en Estudios del Desarrollo 

Referencias: 
  
(1)                Ramón Escobar Salom. Los Demonios de la Democracia, p 12. 
(2)                OEA – Democracia
(3)                Carta de las Naciones Unidas – Capitulo VII
(4)                Convención de Viena sobre las Relaciones Diplomáticas 1961
(5)                Charles Rousseau. Derecho Internacional Público, p 309.
(6)                Manuel Morales Lama, Diplomacia Contemporánea, p. 9











martes, 5 de febrero de 2019

ARIGlobal: Nancy Pelosi y la Democracia



Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales de la UCV.  Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de la agenda internacional y de las relaciones exteriores de Venezuela que combina lo interméstico y global


Seny Hernández Ledezma*



Con la victoria de los miembros del Partido Demócrata en las últimas elecciones de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, se puede afirmar que triunfó la Democracia Social, si consideramos la ideología que sustenta a ese partido y los planteamientos recogidos en el discurso pronunciado por la Presidenta de dicha Cámara, el pasado 3 de enero. Este discurso se convierte en un documento fundamental que al parecer orientará la política que adoptará la Cámara, presidida por Nancy Pelosi, quien como señalan diversos medios de comunicación, a los 78 años de edad se ha convertido en la mujer más poderosa e influyente del país.

De conformidad con los resultados electorales, la nueva Cámara integrada por 435 miembros en representación de los 50 estados, es multicultural por razones étnicas y religiosas y está constituida por la mayor cantidad de mujeres en la historia de la institución.
La política progresista que recoge el documento busca “redimir la promesa del Sueño Americano” para cada familia llevando el progreso a todas las comunidades del país. Pelosi destaca el carácter sagrado que le confiere la Constitución, cuando cada dos años se reúnen en el “templo” de la democracia; es decir, el Capitolio de Estados Unidos y además interpreta que el servicio público es un “llamado noble”, que debe realizarse con verdadero amor y dirigirse a alcanzar el mayor bienestar de todos.

Como punto central de la democracia social, destaca el sistema de balances y equilibrios constituidos por los tres poderes públicos fundamentales: el Poder Legislativo, el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial y establece como rol fundamental del primero los resultados para la gente orientados hacia la generación de oportunidades y al mejoramiento de las condiciones existenciales. En una democracia son las leyes las que deben gobernar y el espíritu de las mismas debe promover y recoger esos resultados, sin manipulaciones acomodaticias. En ninguna parte del discurso hubo referencias al Presidente Donald Trump, ni a su política gubernamental, lo que si se enfatiza es la construcción de una economía que le brinde a los ciudadanos las herramientas básicas para triunfar como: educación pública, el desarrollo de la fuerza laboral, los empleos bien remunerados y las pensiones seguras.

Valora así mismo el respaldo que debe dársele a la clase media y la considera-recordando a Aristóteles- la columna vertebral de la democracia. Destaca el papel de las políticas sociales para garantizar el derecho a la vida en las áreas de protección, de seguridad y de salud pública, mediante la reducción de los costos de atención médica y de los precios de los medicamentos.

Otro aspecto esencial se refiere a la crisis climática que existe en el mundo, la cual se manifiesta en desastres naturales y requiere de la intervención estatal, de la acción decidida de los ciudadanos organizados, de la ciencia, de la ética y del uso de tecnologías sustentables para contrarrestar los efectos nocivos que se vienen produciendo.

Así mismo se plantea una gran preocupación por el auge del terrorismo y de la violencia en el mundo. Los demócratas, dirigidos por Nancy Pelosi, parecen saber lo que quieren hacer. Ojalá que el contenido del discurso no se quede en letra muerta, ni sea solamente la expresión de buenas intenciones.

En relación con los recientes acontecimientos en Venezuela, la juramentación de Juan Guaidó como Presidente de la República “encargado” y la fuerte represión de las manifestaciones, Nancy Pelosi declaró por la red social twitter su apoyo al pueblo que está en contra del gobierno autoritario de Nicolás Maduro, promoviendo la defensa de la democracia y el respeto a los derechos humanos.


sh26587@gmail.com