Espacio
de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e
investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales
de la UCV. Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de
la agenda internacional y de las relaciones exteriores de Venezuela que
combina lo interméstico y global
Lucia Galeno *
El reciente estallido de las protestas estudiantiles en
Nicaragua ha revivido el muy conocido y practicado flagelo de la represión de
manifestaciones populares por fuerzas de seguridad del Estado en Latinoamérica.
El detonante que dio inicio a los actos de calle en el país
centroamericano, fue la impopular medida tomada por el actual Presidente Daniel
Ortega, al modificar las cotizaciones del sistema de Seguridad Social, decisión
en contra de la cual grupos de universitarios decidieron salir y expresar su
rechazo, uniéndose posteriormente a éstos, otros factores de la sociedad, en
repudio a la respuesta desmedida de los cuerpos policiales que, hasta el
momento, ha arrojado una treintena de fallecidos y varias decenas de heridos y
detenidos.
En los tres últimos años, se han registrado numerosos actos
de protesta en países como México, Paraguay, Chile, Brasil, Ecuador, Bolivia y las
muy extendidas, del año pasado en Venezuela. Algunas sin gran trascendencia y
sin saldo lamentable, otras, muy dolorosas y fiel expresión de las situaciones
que las motivaron. En todos los casos, se produjo la intervención de fuerzas de
seguridad con mayor o menor apego a las garantías constitucionales del
respectivo país y a lo establecido a los tratados internacionales.
Es de recordar que el Estado se reserva el ejercicio y
monopolio de la fuerza para el mantenimiento del orden público, a diferentes
escalas, a través de los organismos competentes. No obstante, en escenarios
como el nicaragüense y el venezolano, cabe preguntarse respecto a la
legítima y debida actuación de los cuerpos de seguridad, en el ejercicio de sus
funciones en pro de la preservación de la estabilidad e institucionalidad,
frente a las concurridas protestas, ya sea que las mismas afecten o no, la
integridad de edificaciones y del patrimonio público. El punto delicado está en
la reacción tremendamente represiva que llega a ocasionar muertes en un marco
de claras violaciones de los Derechos
Humanos, comenzando por el Derecho a la Libertad de Expresión, a la protesta
pacífica y el respeto elemental a la vida.
Más allá de la retórica discursiva, es llamativa la constante
histórica que deja ver el hecho de que los gobiernos que llegan al poder en
Latinoamérica a través de un “proceso revolucionario”, terminan recurriendo al
uso de la fuerza a fin de permanecer en el cargo y acabar con toda
manifestación de oposición que amenace su estatus. Salvo contadas excepciones,
este tipo de regímenes tiende a caer en la tentación de perpetuarse,
recurriendo a la violencia vestida de la institucionalidad que les proporciona
el hecho de gobernar y que ahora, les da la posibilidad de emplear
“legítimamente” la fuerza para, convenientemente, preservar el orden,
instituciones y hasta la constitucionalidad, cuando esos elementos gozan de
total identificación con quien dirige.
Este tipo de acciones represivas responden al origen y
naturaleza misma de los movimientos insurgentes, casi siempre violentos de los
que emergieron los partidos políticos que conquistaron el poder vía elecciones,
pero que conocen de métodos basados en la lucha armada. En este sentido, es
importante distinguir que los cuerpos de seguridad deberían actuar para
contener las manifestaciones si llegasen a salirse de control, pero no para
reprimir violentamente su ejercicio cívico.
La represión de las protestas en
Nicaragua, son una clara demostración del uso excesivo de la fuerza por parte
de un gobierno cuya legitimidad y popularidad va en descenso, debido a la
profunda crisis económica que aqueja al país y a las fisuras que empiezan a
aparecer en un régimen que no cumple con los características para ser
considerado verdaderamente democrático y ante el cual, se alzan las quejas y
reacciones de sectores catalizadores y emblemáticos de la sociedad como el
estudiantil, aunado recientemente a representantes de la iglesia, organizaciones
empresariales y demás actores.
*Cátedra de Historia de las
RRII, EEI-FaCES-UCV
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