jueves, 13 de diciembre de 2018

ARIGlobal: El club de los autoritarios


Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales de la UCV.  Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de la agenda internacional y de las relaciones exteriores  de Venezuela que combina lo interméstico y global

Felix Arellano*


El Presidente de Venezuela debe estar orgulloso, tres fotos recientes con: Andrés Manuel López Obrador (AMLO), Presidente de México; Recep Tayyip Erdogan, Presidente de Turquía y Vladímir Putin Presidente de Rusia; le han otorgado algo de oxígeno. Son expresiones de manipulación geopolítica, cada uno ha recibido algún beneficio en términos del juego de poder y Venezuela es la ficha.

Lo lamentable es que el dinero fresco que tanto anhela el proceso bolivariano no se visualiza y que el país pierde, se perpetúa el autoritarismo, se consolida la miseria y el control de la población.

No obstante el importante rechazo que enfrentó la invitación al Presidente Nicolás Maduro para el acto de toma de posesión, el Presidente AMLO confirmó la invitación. Si bien estratégicamente no se presentó en el acto, donde le esperaban manifestaciones del malestar, sí logró asistir al sarao presidencial y compartir con el club de autoritarios Miguel Díaz Cannel, Evo Morales y varios radicales mexicanos que siguen creyendo en la farsa de las revoluciones que empobrecen al pueblo para controlarlo.

Pareciera que AMLO se prepara para liderizar la deteriorada izquierda latinoamericana, con sus peores ejemplos: Cuba, Nicaragua y Venezuela. Seguramente los oportunistas que aprovecharon el despilfarro de la chequera petrolera venezolana, ahora quieren desangrar a México. Venezuela es una ficha para los posibles sueños mesiánicos de AMLO. En todo caso, en su juramentación trató de proyectar una imagen de equilibrio, de tolerancia. Ahora bien, hacer silencio sobre la violación de los derechos humanos y la destrucción de la institucionalidad democrática, no es el mejor ejemplo de un demócrata.

Erdogan también necesita oxígeno, sus enfrentamientos con occidente, con Alemania, con la Unión Europea y con la oposición democrática de su país son cada día más profundos. Ya resulta un secreto a voces el auto golpe que le sirvió para eliminar opositores y consolidarse en el poder. En tal sentido, está muy interesado en promover el “club de los autoritarios”. Erdogan, con una economía más sólida que la venezolana, puede apoyar al proceso bolivariano en las necesidades de corto plazo, particularmente en las cajas CLAP, lo que no puede es enfrentar la grave crisis financiera bolivariana. Para un Erdogan aislado en Europa y cuestionado en occidente, Venezuela es una ficha que contribuye en la manipulación de su liderazgo.

Con Putin la foto es más significativa. Rusia es una potencia, debilitada pero potencia, miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con el derecho al veto, muy conveniente para el gobierno bolivariano. En la compleja coyuntura que está enfrentando Putin con occidente, producto de su proyecto expansionista que contempla, entre otros, un sistemático asedio a Ucrania, que le ha despojado de Crimea, la mantiene bajo la presión de grupos separatistas y ahora, aprovechando la debilidad de occidente, le está cerrando su acceso marítimo. Las relaciones con occidente están en grave tensión.

En ese contexto, Venezuela es una ficha útil para el oportunismo inescrupuloso ruso. En Venezuela, como en el Medio Oriente, Putin puede sacar beneficios como los recursos naturales y aprovecha para manipular sobre su liderazgo a escala global. Ahora bien, tampoco tiene el musculo financiero para enfrentar la enorme crisis venezolana.

El proceso bolivariano mueve la arruga, pero no detiene la agonía, no ha logrado dinero fresco. Los acuerdos con Rusia y Turquía anuncian inversiones en proyectos específicos, se mantiene la entrega del país, pero no sabemos si tales inversiones llegaran, son gobiernos opacos, que firman muchos compromisos, pero cumplen pocos. Para el primer trimestre del nuevo año la crisis financiera bolivariana debe ser colosal.

Por otra parte, la comunidad internacional democrática anuncia mayores sanciones a partir del 10 de enero y los aliados autoritarios tan solo ofrecen promesas y fotos. No está fácil la situación.

En un contexto racional un camino adecuado sería negociar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), que exigirán un cambio radical de la destructiva política económica. Las democracias occidentales exigen un cambio democrático, para desmontar sanciones. Por ahora el proceso ofrece al pueblo empobrecido dinero inorgánico que lo pulveriza la hiperinflación y hace fiesta con sus fotos; no hay señales de enmienda o de cambio. Nos espera un nuevo año de crecientes limitaciones, pero hay que resistir.



                                  “Ningún régimen autoritario dura eternamente.”  Barak Obama
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martes, 4 de diciembre de 2018

ARIGlobal: Cien años después de la 1era GM

Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales de la UCV.  Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de la agenda internacional y de las relaciones exteriores  de Venezuela que combina lo interméstico y global

Lucía Galeno*


Recordar la Primera Guerra Mundial, o la Gran Guerra, como también se le conoce, es remontarse a la primera conflagración que se extendió a los límites del planeta y cuyas consecuencias significaron, verdaderamente, el inicio de la transición hacia un nuevo orden internacional.

La guerra culminó formalmente con el Armisticio de Compiègne, entre los países de la Entente y el rendido Imperio Alemán, el 11 de noviembre de 1918, fecha conmemorada recientemente al cumplirse cien años de su ocurrencia. Sin embargo, más allá de los términos contenidos en el tratado, lo trascendente, es la serie de cambios en el escenario internacional, a los que conducirá con las negociaciones de la Conferencia de París, inaugurada en enero del siguiente año.

Los antecedentes históricos en cuanto a acuerdos que pudieran ser catalogados como de “carácter general”, en el sentido de que llevan a transformaciones en los modos y estructura de las relaciones internacionales, es decir, sistémicas, se encuentran en los conflictos entre actores europeos que, en algunos casos, involucraron a sus posesiones coloniales. Podemos citar, por ejemplo, los Tratados de Westfalia, que pusieron fin a la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), en la génesis del Sistema Internacional; el Congreso de Viena (1814-1815), cuyas disposiciones permitirían el restablecimiento del orden europeo luego de la Revolución Francesa y el Imperio Napoleónico, no obstante su incapacidad para impedir la incidencia de estas coyunturas en el nuevo mapa político y geográfico.

Las nefastas consecuencias de la Gran Guerra hicieron comprender, en primer lugar, la necesidad de crear un órgano de carácter supranacional que pudiera evitar la repetición de conflictos de tal magnitud, dando paso así a la propuesta idealista de Woodrow Wilson plasmada en Los Catorce Puntos, que funda la Sociedad de Naciones en 1919;  la cual, a pesar de fallar en la consecución de su propósito fundamental, debido  al acaecimiento de la Segunda Guerra Mundial 20 años después, no puede dejar de reconocerse como un hito importante, por el elemental hecho de su creación misma, que supuso un cambio sustancial en la concepción del Sistema Internacional, en el que la tendencia intermitente hacia el equilibrio, señalada por Pierre Renouvin, se maneja en una nueva modalidad basada en el concepto de seguridad colectiva.

Un paso más allá, también lo constituyó el inicio del reconocimiento y promoción de principios como la nacionalidad y la autodeterminación de los pueblos, cuya aceptación y respeto pueden ser muy discutidos al evaluar los resultados de los acuerdos surgidos de Versalles, pero que, sin embargo, logran instituir el Sistema de Mandatos de la Sociedad de Naciones, que en alguna medida, dará paso al proceso posterior de descolonización.

En una visión más estructural del status quo en la evolución, no solo del Sistema Internacional, sino de la sociedad y del contexto político general, se constata que con el fin de la Primera Guerra, va a desaparecer la figura de los imperios absolutistas y conservadores, conformados en la Edad Moderna y robustecidos en la segunda mitad del Siglo XIX, dando paso a otras formas de estado y de gobierno, influidos por el republicanismo, el liberalismo y la nacionalidad, así como a la aparición de nuevos actores independientes, nacidos del desmembramiento de los viejos imperios.

Finalmente, se debe aclarar que, aunque con el fin de la Primera Guerra se impuso un orden favorable a los vencedores (Estados Unidos, Inglaterra, Francia e Italia), éste no fue lo suficientemente estable como para prevalecer en el tiempo, tal y como se demostró con el estallido de la Segunda Guerra. Sin embargo, sus consecuencias poseen un alcance estructural puesto que iniciaron la institucionalización de algunas de las bases fundamentales sobre las que descansará el Orden de 1945, del que permanecen vigentes una parte sustancial de sus elementos constitutivos como los expuestos anteriormente.

Profa. Cátedra de Historia, EEI-UCV

Correo Electrónico: luciagaleno@hotmail.com



                                                        Fuente: institut-cq-projet-foret-compiegne.e-monsite.com/


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                                                        Fuente: institut-cq-projet-foret-compiegne.e-monsite.com/