sábado, 1 de agosto de 2020

ARIGlobal: La Diplomacia Digital se diversifica con la Pandemia.




Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes 
e investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales
y globales de la UCV.  Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos
 temas de la agenda internacional y de las relaciones exteriores de Venezuela 
que combina lo interméstico y global

Mirna Yonis* 


El uso de las TIC y las redes sociales en la cotidianidad de las relaciones internacionales, así como algunos desarrollos conceptuales sobre Diplomacia Digital, Diplomacia Virtual y de la Ciberdiplomacia, forman parte de la Diplomacia del siglo XXI. Las nociones que encontramos en el clásico texto de Harold Nicholson: La Diplomacia -The Diplomacy (1938 en inglés y 1948 en español, con varias reediciones-  son fundacionales en el estudio de la negociación y política exterior de los Estados. No obstante, el desarrollo teórico-conceptual reciente asume la Diplomacia en un sentido polisémico y con múltiples aplicaciones. Esto no deja de ser ampliamente cuestionado por los más formalistas del ejercicio diplomático ‘versallesco’ que también tiene su sentido y especificidades. En nuestra apreciación es relevante asumir el pluralismo conceptual para orientar el estudio, la enseñanza y la práctica del mundo complejo de las relaciones internacionales, más allá de los espacios de los Estados.

La Diplomacia Digital, inicialmente, era asociada a la Twiplomacy, concentrando atención en la narrativa que se tejía con las cuentas en las redes sociales de los líderes de gobierno y personalidades de otras entidades de trascendencia internacional (ONG, Grupos Corporativos, etc.). Reportes e Informes periódicos especializados han permitido a estudiosos de la comunicación y de las relaciones internacionales establecer perfiles y líneas de trabajo. También hemos sido testigos –y en ocasiones usuarios- de los desarrollos de la Diplomacia (Pública) Digital a través de los Portales Web interactivos de las Cancillerías, Oficinas de Jefes de Estado y de Gobierno, las Embajadas Virtuales y las Oficina Virtuales de atención consular. Posiblemente para quienes están en otras rutinas personales y profesionales, sea una novedad el funcionamiento de la Embajada Virtual de los Estados Unidos en Caracas, con sede en Bogotá; pero es necesario destacar un antecedente en 2007, cuando el gobierno de Suecia abrió  una Embajada Virtual en el popular mundo virtual Second Life (Segunda Vida) como parte de una estrategia de Diplomacia Cultural de Suecia.

La Diplomacia Digital es un campo de estudio no solo en lo teórico-conceptual sino también en las aplicaciones prácticas para los procesos de toma de decisiones. Las disposiciones internacionales (convenciones y tratados) sobre relaciones diplomáticas y consulares siguen siendo referencias en el derecho internacional, pero han sido sobrepasadas. Por tanto, es procedente observar las fórmulas, protocolos y prácticas que se han ido generando para dar respuesta a las nuevas realidades. Esto va más allá de abrir cuentas oficiales como usuarios en las redes sociales. Se trata de un medio o recurso, y como tal debe haber claridad en el propósito y objetivos a lograr; vale decir debe estar enmarcado en una estrategia de acción.

La situación de Pandemia Global, declarada por la OMS desde el 13 de marzo ha generado un impacto de múltiples dimensiones en una realidad que de por sí ya era bastante compleja de abordar en materia de relaciones internacionales. El Distanciamiento Social también ha exigido nuevas fórmulas a la Diplomacia (cualquiera sea la acepción que se tome).  En los espacios multilaterales, con agendas y reuniones que tienen todo un procedimiento y cronograma, exigió buscar nuevos mecanismos que fuesen aceptados por la membresía y tuvieran carácter formal. Antes de la Pandemia COVID19, era común observar los debates que se sostenían en el seno de las ONU y de la OEA, o en otros encuentros internacionales; incluso en esas mismas sesiones podía estar incluida la intervención de algún orador de manera remota en videoconferencia. Había un público observador –en vivo y directo-  de lo que se discutía en las sesiones abiertas de estas reuniones. Por el contrario, ahora se trata de nuevas rutinas de reunión virtual, donde los delegados están en remoto conectados a través de una plataforma de comunicaciones, guardando todos los protocolos y exigencias de dichas reuniones, y además transmitidas por los canales de difusión digitales.

La presunción de temporalidad “corta” ha ido cediendo paso a una preparación para la llamada “nueva normalidad”. En nuestra apreciación, la Postpandemia comenzó el 14 de marzo, un día después de declarada la Pandemia Global del COVID19. En este contexto, y sin descartar que en algún momento retornen también los espacios de la presencialidad, es innegable que la Diplomacia Pública Digital y/o Diplomacia Virtual llegó para quedarse. No se trata de una moda, ni un mundo paralelo. Vale la pena señalar algunos ejemplos en lo multilateral. En el plano mundial, se tienen noticias de los preparativos de una singular Asamblea General de las Naciones Unidas en el mes de septiembre, en el marco de la celebración de su 75 aniversario. Pero desde hace varios meses todo el sistema de naciones unidas está trabajando con nuevos protocolos que han permitido, entre otros: las sesiones del Consejo de Derechos Humanos con la presentación de informes de la Alta Comisionada de Derechos Humanos, las sesiones de la Conferencia General de la OMS acordando nuevas directrices de funcionamiento frente a pandemias, las reuniones del Consejo de Seguridad en la elección de los nuevos miembros no permanentes y otros temas de seguimiento. En el plano regional del Caribe, encontramos un destacado número de reuniones virtuales, tanto las de Mandatarios y Jefes de Gobierno, como las de Ministros de Relaciones Exteriores, que forman parte de las sesiones ordinarias de organismos regionales como la OECO, CARICOM y AEC, así como también el desarrollo de encuentros de carácter extraordinario en la coordinación y seguimiento de la emergencia que ha planteado COVID19. Aunque el sector salud, educación y seguridad marcan las prioridades, también se han realizado reuniones virtuales en materia financiera y de turismo. En cualquiera de esas dos dimensiones, se trata de una adecuación de las estructuras operativas del multilateralismo pero también de los ajustes que están realizando cada uno de los gobiernos los países miembros.

A pesar de los ejemplos citados, el seguimiento de este tema obliga a considerar dinámicas de relacionamiento que van más allá de la dimensión gubernamental o intergubernamental. El reduccionismo conceptual es mal consejero y acompañante en tiempos complejos.  Nuevos formatos y nuevas formas de la Diplomacia Digital  y demás categorías conceptuales asociadas- plantea nuevos retos en la agenda de académicos, investigadores, analistas, y decisores en materia de relaciones internacionales.

@mirnayonis 



 

miércoles, 22 de julio de 2020

ARIGlobal: UNIÓN EUROPEA, SOLIDARIDAD Y CONSENSO



Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales de la UCV. Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de la agenda internacional y de las relaciones exteriores de Venezuela que combina lo interméstico y global

Seny Hernández Ledezma 


La madrugada del día 21 de julio de este año, se recordará como un momento histórico de gran trascendencia para la Unión Europea (UE) debido a la decisión adoptada en el seno de esa organización,  gracias al liderazgo ejercido conjuntamente por la Canciller alemana Ángela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron, en respuesta a la crisis económica originada por la pandemia Covid-19, que ha afectado dramáticamente a varios países de la Unión. El futuro de la UE era incierto y se presumía una inevitable desintegración. La solidaridad y el consenso de todos los Estados miembros fueron los factores decisivos para alcanzar el acuerdo final.   

Tiempo atrás, el 24 de mayo de este mismo año, la Comisión Europea había aprobado un plan de recuperación valorado en 750.000 millones de euros (US$825.000 millones) para ayudar a los países de la UE a enfrentar la crisis desatada por el coronavirus. De esa cantidad, 500.000 millones iban a desembolsarse en forma de subvenciones a fondo perdido y 250.000 como préstamo. El plan de la Comisión, denominado “Next Generation EU”, necesitaba el respaldo de los 27 Estados miembros para salir adelante, lo cual-según información transmitida por la BBC- representaba un cambio significativo en la dinámica de las negociaciones asumida por el Gobierno alemán, quien siempre había descartado  la idea de la “mutualización de la deuda”; es decir, que fuera el bloque quien la asumiera y no los países individualmente. Todo esto implicaba un conocimiento profundo de la situación, una claridad mental extraordinaria y un estilo original de enfrentar los problemas para buscar respuestas satisfactorias.

¿Quién ganaba? ¿Quién perdía? ¿Cómo hacer para que todos ganaran? El pensamiento de Ángela Merkel resultó convincente, incluso para los mismos alemanes, como pudieron expresarlo a través de unas encuestas que se aplicaron a los ciudadanos: sin descartar la influencia de la solidaridad ante la pandemia en el debate alemán, el pensamiento holista se impuso y esto significa estratégicamente, estabilizar la economía de todos, fomentar el mercado interior europeo y salvaguardar el euro. Mientras la Canciller alemana piensa sí, ella considera, observa y calibra la necesidad de impulsar la economía alemana y repite en sus intervenciones para que penetre en todos los discos duros de quienes le rodean:   "Alemania solo prospera cuando la UE prospera".

En la madrugada del 21 de julio, como hemos dicho, los miembros de la UE llegaron al acuerdo final a través del cual se creaba un fondo multimillonario de recuperación económica, para contrarrestar los efectos de la pandemia del coronavirus y así, enfrentar la recesión más profunda que hubieran vivido. La BBC informa ese mismo día: “El fondo asciende a 750.000 millones de euros (alrededor de US$860.000 millones), y consiste en US$445.000 millones de subvenciones y US$410.000 millones de préstamos a bajo interés”. 

La reacción del presidente español, Pedro Sánchez, fue muy elocuente: es “un gran acuerdo para España y un gran acuerdo para Europa, no le quepa duda de que hoy se ha escrito una de las páginas más brillantes de la historia de la UE”. Y la Canciller Merkel respondió: “Europa ha demostrado en esta situación ser capaz de actuar”.

En total, más de 90 horas de negociaciones. Todo un aprendizaje de gobernabilidad democrática.

Profesora de la Escuela de Estudios Internacionales. FACES-UCV
sh26587@gmail.com



La Canciller alemana Ángela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron

Fuente: Bolsamania.com: 18 de mayo de 2020Añadir título







miércoles, 8 de julio de 2020

ARIGlobal:UNA AMBICIOSA RUTA DE LA SEDA


Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales de la UCV.  Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de la agenda internacional y de las relaciones exteriores de Venezuela que combina lo interméstico y global

Horacio Arteaga



La ruta de la seda suscita  evocaciones poéticas,  provenientes de una historia milenaria. Fue una red de caminos de comercio, que se extendía por todo el continente asiático  conectando a China con Mongolia, India, Persia, Arabia, Siria, Turquía, Europa y África. Se transportaba  una diversidad de productos siendo la seda china el más prestigioso.

Xi Jinpig, presidente de la República Popular de China, decidió retomar el concepto de la ruta de la seda al lanzar en el 2013 una estrategia de desarrollo global con alrededor de un billón de dólares para construir ferrocarriles, puertos y otras infraestructuras  en  numerosos países, a fin de mejorar la conectividad en una escala transcontinental. Surgió “The Belt and Road Initiative” (BRI) o Iniciativa de la Franja y la Ruta, objetivo fundamental de la política exterior china. “Belt”,  parte terrestre, uniría a China con Asia Central, Rusia, Europa y el Mediterráneo; “Road”, parte marítima, uniría las costas de China con Europa y África.

Un proyecto de tal magnitud ha sido objeto de visiones encontradas. Beijing estaría utilizando sus inversiones para consolidar su estatus como potencia global, desarrollar su capital geopolítico y difundir el yuan por  todo el mundo. La ruta no sería más que una calle de sentido único. Los países participantes podrían contraer enormes deudas  al punto de volverse dependientes de China y perder su soberanía al amparo de la “diplomacia de la deuda”.

Al parecer no se han conocido evidencias de daño económico a las naciones receptoras o de excesiva dependencia  a causa de la iniciativa. Más bien las inversiones han tenido un efecto positivo en las economías locales. Para los receptores, el proyecto representa la oportunidad de conectarse con los estados más ricos y por eso los chinos han firmado una cantidad impresionante de acuerdos bilaterales de comercio y desarrollo. El Canciller chino se ufana de que apenas en los últimos 6 años algunos países construyeron su primer puente sobre el mar o su primera autopista, y otros construyeron un puerto logrando el acceso al mar.

Gobiernos occidentales han optado por no sumarse a la iniciativa que favorecería a las empresas chinas, alegando falta de transparencia en los acuerdos que serían “una trampa para la deuda”, y ausencia de estudios de impacto medioambiental. Sin embargo, Italia fue el primer país del G7 en unirse a la ruta, y el principal puerto de Grecia pasó a manos chinas.

Hasta la fecha figuran más  de 100 países en el megaproyecto. En América Latina se han incorporado 10 países, entre ellos Venezuela, como “extensión natural de la ruta marítima”. China ha venido haciendo grandes inversiones en la región y otorgando préstamos de unos 150.000 millones de dólares. “Préstamos corrosivos”, según los Estados Unidos.

La aparición del COVID-19 tendrá seguramente incidencias en el desenvolvimiento  del proyecto. No obstante, Beijing había incorporado otras dos iniciativas a su estrategia  que ahora pueden ser más importantes: La Ruta de la Seda de la Salud y la de la Seda Digital, que permiten la construcción de infraestructura de telecomunicaciones y hospitales.

La determinación de China difícilmente cambiará porque los países en desarrollo seguirán necesitando lo que les está ofreciendo. Seguirán necesitando carreteras, puentes, fábricas. Seguirán necesitando todas la cosas que le habían ofrecido antes de la pandemia y el BRI reorientaría una gran parte de la economía mundial hacia China.  Un  antiguo proverbio chino dice “si quieres ser rico, primero tienes que construir el camino”.

 

Profesor EEI

arteagahoracio@hotmail.com

@Harteaga2013



miércoles, 1 de julio de 2020

ARIGlobal: Desafíos del pensamiento de las relaciones económicas internacionales de Venezuela para el siglo XXI


Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales de la UCV.  Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de la agenda internacional y de las relaciones exteriores de Venezuela que combina lo interméstico y global
Alfredo Ordóñez López

El desafío del pensamiento económico venezolano a inicios de siglo XX se vio nutrido por el positivismo. La alineación de lo que sería un Nuevo Orden Económico Internacional finalizada la II Guerra Mundial, trajo consigo la conformación de un nuevo enfoque estructuralista[1] promovido en la región latinoamericana de la mano de intelectuales de la Cepal, liderados por Raúl Prebish.   
La particularidad de la economía venezolana por su condición petrolera, obligó a los intelectuales venezolanos a preocuparse por una variable mucho más compleja que la asimetría del comercio internacional, y es que los grandes ingresos por concepto de renta petrolera traerían consigo una serie de problemas macroeconómicos que incidieran profundamente en el desarrollo económico del país, como lo son la distribución de la riqueza y los niveles de precio nominal que afectaban el consumo interno.    
Ese paradigma de desarrollo restringido, se ha podido visualizar en los aportes de Alberto Adriani en la Venezuela agroexportadora; José Mayobre sobre el ahorro; Arturo Uslar Pietri en sembrar el petróleo; Héctor Malavé Mata y el antidesarrollo; Maza Zavala con su idea del “no desarrollo”; Armando Córdova y las relaciones de dependencia; y Asdrúbal Baptista con la acumulación capitalista-rentística.
De allí que el pensamiento económico nacional consideró el ideal de un crecimiento sin desarrollo para la Venezuela petrolera. El siglo XX para el país reposo en una institucionalidad que actuaba en base a un proceso de producción local relativamente reducido para un mercado interno, y expuesto a la alta variabilidad de precios relativos, lo que condicionaba la posibilidad de acceder a una producción externa más competitiva por razones de economía de escala y de aprovechamiento tecnológico.
El problema principal para las instituciones económicas de Venezuela del siglo XX era la distribución de la renta y el control del comportamiento de los sectores industriales que tienen un vínculo causal en el sistema macroeconómico. La institucionalidad venezolana ha nacido en la concepción del mantenimiento del orden de los procesos económicos y del orden social en procura del interés colectivo, con la posibilidad de ser modificadas, intervenidas o favorecidas.
La economía venezolana, durante los dos últimos tercios del siglo XX, siguió un régimen económico-político muy cercano al “Capitalismo de Estado”. A partir de la inserción en la corriente capitalista industrial internacional con la actividad de explotación y exportación de petróleo, así como el establecimiento de un marco regulatorio establecido en la Constitución de 1961, al establecer bajo el control del Estado las empresas capital-intensivas, alinean que el motor de la dinámica económica y del desarrollo queda sometida a la “Gerencia Pública” orientada por el ideal de la siembra del petróleo[2].
Sin embargo, esta filosofía dependentista, rentista e importador de tecnología, ha perdido su vigencia y por ende la incapacidad de las instituciones del Estado para atender la realidad económica de inicios del Siglo XXI. El mantenimiento de enfoques económicos de mediados de siglo XX ha generado en la economía petrolea una agudización del sistema productivo nacional en virtud del deterioro en la estructura institucional gubernamental, el aumento de la pobreza, el desempleo y subempleo, incapacidad de control de los niveles de inflación, un déficit fiscal creciente, desplome de la inversión privada, y un resurgimiento del militarismo como efecto de control y poder.  
Por ejemplo, la última década del siglo XX para Venezuela se caracterizó por una reforma general tanto en la planificación política como en el desarrollo de su política exterior. Dado los precios bajos del precio del petróleo en el mercado internacional, PDVSA inició una estrategia  de aumentar su producción de crudo a una capacidad de 4 millones de barriles diarios, y por el otro, internacionalizar la industria con el objeto los sistemas de producción, distribución y comercialización, así como la búsqueda de asociaciones estratégicas para producir en la faja petrolífera del Orinoco, explotar gas natural costa afuera y sociedades para el desarrollo de la Orimulsión. Sin embargo, los planes de internacionalización de la industria y el proyecto de Orimulsión no llegaron a mantenerse para inicios del siglo XXI.
Luego de que Venezuela tuviera una alianza estratégica de cooperación con los Estados Unidos de América (EE.UU), Colombia, México, Centro América y el Caribe durante casi todo el siglo XX, y un reconocimiento internacional de su apego al ideal democrático con la implementación de la Doctrina Betancourt en 1958 y el rol del país en la región dentro de la Comunidad Andina de Naciones y el Grupo de los 3 (México, Colombia, Venezuela), en las elecciones presidenciales del año 1999, es electo presidente de la República de Venezuela el T/C Hugo Chávez quien buscaría nuevas alianzas con miras al hemisferio oriental y países con sistemas de gobiernos concebidos ideológicamente como antiimperialistas, conformó un régimen sustentado en la administración bolivariana retomando el pensamiento y enfoques teóricos sobre el imperialismo y asimetría de mediado de siglo XX.  
La Venezuela del siglo XXI enfrenta un nuevo orden económico global en virtud de los grandes avances científicos y tecnológicos que evolucionó en una nueva Sociedad de la Información. Venezuela recibe el siglo XXI atrapado en una economía rentista petrolera sin capacidad de diversificar su sistema de producción, afectando severamente su articulación externa en un escenario internacional menos dependiente de la energía fósil.
Por lo tanto, el principal desafío que tiene el país es generar un cambio paradigmático del pensamiento económico de mediados de siglo XX que se mantiene en sus instituciones. De ahí el papel fundamental de la academia, el sector empresarial y las instituciones del Estado en trabajar conforme a una gestión del conocimiento que permita la generación de Investigación y Desarrollo (I&D) que incida en la productividad de la población, lo que generará una causación circular positiva hacia la industrialización y mejoras en la competitividad en el sistema internacional.
 Más que generar una nueva consigna, se trata de promover una nueva visión de la gestión del conocimiento como variable fundamental para el desarrollo de la economía venezolana, apoyado en la eficiencia tecno-económica para alcanzar un mejor índice de potencial tecnológico nacional[3]. No se trata de abandonar la industria petrolera, ni mucho menos sustituirla como industria para la economía venezolana, se debe complementar estrategias asociadas a renovar lo que en algún momento logró darse de forma natural en la historia económica venezolana, y es la generación de conocimiento y transferencia tecnológica como estrategia para lograr un mejor nivel de competitividad.
Profesor de la UCV
Postgrado en Economía Internacional y de ARIG

Notas:   
1.   Ante del enfoque estructuralista en lo económico, el positivismo en Venezuela se asume como una corriente del pensamiento desde 1860, tuvo como principales representantes a Pedro Manual Arcaya, César Zumeta, Laureano Vallenilla Lanz y José Gil Fortoul. En los escritos vinculados con la historia y la sociología prevalecen aspectos que serán distintivos de la corriente del pensamiento tales como las preocupaciones por: la raza, el medio ambiente, el progreso, la presencia de un caudillo, como centro del poder que controle los designios de la nación. Este último aspecto se recuerda la tesis planteada por Vallenilla Lanz y refrendada por los acólitos de la dictadura de Juan Vicente Gómez, sobre el gendarme necesario para conducir los destinos de la nación.  
2.   Ver Angel García, Sary Levy y Luis Mata Mollejas. Capitulo IX: Retos de política. En  Luis Mata Mollejas (Coord). Venezuela, Macrodinámica y Política, p. 297.
3.  Ver: Luis Mata Mollejas. Estrategias de la Ira. Fundación Alberto Adriani, 2014









martes, 23 de junio de 2020

ARIGlobal: TODA ACCION CUENTA






Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales de la UCV.  Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de la agenda internacional y de las relaciones exteriores de Venezuela que combina lo interméstico y global



Marìa Gabriela Mata Carnevali


La COVID19 ha puesto de relieve desigualdades sistemáticas. Pero también nos ha ayudado a descubrir nuestra fortaleza interna y nuevas formas para conectarnos con los demás, renovando nuestra motivación para actuar en favor de un mundo mejor. Como dice el lema adoptado este año para celebrar el Día Internacional del Refugiado, “toda acción cuenta”, “todo el mundo puede marcar la diferencia”.

Filippo Grandi, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas en esta materia, rindió homenaje a la resiliencia de las personas desplazadas a la fuerza en todo el mundo, muchas de las cuales están en la primera línea de batalla contra la pandemia de coronavirus, a pesar de las dificultades que normalmente deben sobrellevar. Desde médicos, enfermeras, educadores, cocineros, modistas, periodistas y locutores, hasta voluntarios, muchos migrantes y refugiados están encontrando formas de participar.

En América Latina y España destaca la labor de aguerridos venezolanos que abandonaron todo en busca de un futuro para ellos y sus hijos y hoy encuentran una manera de insertarse en los países que les dieron abrigo aportando lo mejor de sí como profesionales y como personas.  

La crítica situación en Venezuela, que ha llevado al mayor éxodo en la historia reciente de la región, provocando una de las crisis de desplazados más importantes en el mundo, tiene al menos un lado amable como es el de dar a conocer los múltiples talentos de los venezolanos.

Los que todavía estamos aquí, desplazados en nuestro propio país, debemos llenarnos de esa fuerza desplegada por nuestros compatriotas afuera para hacer frente al enemigo interno, el virus chavista que enferma el alma y mata democracias.

Desplazados estamos, algunos en el sentido estricto de la palabra, obligados a mudarnos a otras ciudades o estados, o a “refugiarnos” en casa de familiares o amigos por falta de servicios o amenazas del Estado terrorista. Pero desplazados también estamos en sentido figurado, desplazados del lugar que nos corresponde como profesionales en puestos de responsabilidad hoy en manos de incompetentes; desplazados del progreso y el bienestar, obligados a vivir en condiciones deplorables; desplazados emocionalmente, con el corazón dividido en tantos países como destinos encontró nuestra sangre.

Que no se nos olvide.  Todo el mundo puede marcar la diferencia, en la universidad, en la oficina, en la calle, en la Iglesia, en la comunidad. Toda acción cuenta.

La defensa y promoción de los derechos humanos luce como la acción estratégica que puede ayudarnos a alcanzar la unidad necesaria para hacer frente a este reto histórico que nos conmina a sacar lo mejor de nosotros.

Ante la sentencia de muerte que enfrentan los partidos, enarbolemos sin miedo una única bandera plural, la bandera de los derechos humanos que ya cuenta con el importante respaldo internacional.
“La noción de Derechos Humanos se corresponde con la afirmación de la dignidad de la persona frente al Estado”, dice Pedro Nikken (1994); y es que la dignidad de la persona puede verse ofendida por distintas causas, pero no todas configuran, técnicamente, violaciones a los derechos humanos.

La nota característica de las violaciones a los derechos humanos es que ellas se cometen desde el poder público o gracias a los medios que éste pone a disposición de quienes lo ejercen. “Usualmente implican lucha” nos recuerda por su parte Carlos Chipoco (1994), pues muchas veces mantener la seguridad nacional se convierte en la excusa perfecta para asaltar las libertades humanas.

La universidad se lucha o se pierde. El país se lucha o se pierde. Nuestros derechos como venezolanos, como seres humanos, se luchan o se pierden, porque este gobierno no quiere reconocerlos aferrado a una interpretación relativista, que pone la soberanía estatal al servicio de su ambición y por encima del Derecho Internacional.

Hagamos del Sistema Universal de Protección de los Derechos Humanos nuestro aliado y avancemos hacia una nueva Venezuela de la que nadie quiera irse y, al contrario, se convierta de nuevo en refugio de sueños expatriados.

 Referencias:
Chipoco, Carlos (2010). La protección universal de los derechos humanos. Una aproximación crítica. En: Rodolfo Cerdas y Rafael Nieto (comp.)  Estudios básicos de derechos humanos. IIDH.
Nikken, Pedro (1994). El concepto de derechos humanos. En: Rodolfo Cerdas y Rafael Nieto (comp.)  Estudios básicos de derechos humanos I. IIDH

@mariagab2016



jueves, 18 de junio de 2020

ARIGlobal: ¿Un nuevo Plan Marshall?


Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales de la UCV.Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de la agenda internacional y de las relaciones exteriores de Venezuela que combina lo interméstico y global

Felix Arellano* 



Las consecuencias sociales de la pandemia del Covid-19, particularmente en la generación de pobreza, desempleo y miseria, con especial énfasis en los países en desarrollo, son tan dramáticas, que se debería aprobar un ambicioso programa de auxilio internacional, al tenor del viejo Plan Marshall (1948-1952), que se concentró en la recuperación de Europa occidental, finalizada la Segunda Guerra Mundial. En esta oportunidad, se debería diseñar, y con urgencia, un programa novedoso, que debería contar con la participación de diversos donantes, y no solo los Estados Unidos como fue el caso del Pan Marshall. Además, debería contar con la activa participación de los organismos internacionales, en particular las Naciones Unidas, para su organización y ejecución.

Las Naciones Unidas estiman que, producto de la pandemia, la pobreza extrema podría llegar a 34 millones de personas, para el Banco Mundial esa cifra podría alcanzar los 60 millones. Es evidente que la pobreza representa uno de los temas más acuciantes en el mundo globalizado, que hace más evidentes las diferencias e injusticias de unas minorías que despilfarran en frivolidades y unas mayorías que apenas logran sobrevivir y, ahora, la pandemia las castiga profundamente. El tema es tan urgente que ocupa el primer lugar en los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS).

Es cierto que una gran mayoría de países, incluyendo economías desarrolladas, están enfrentando graves consecuencias sociales de la pandemia, pero estos países cuentan con el musculo financiero para enfrentar la situación. Muchos de ellos disponen de sistemas de subsidio al desempleo. El caso de la Unión Europea resulta significativo, pues además del multimillonario presupuesto comunitario para enfrentar la pandemia (540 millones de euros para ayuda inmediata y más de un billón para 2021-2027), cada país está aprobando recursos adicionales en cifras impactantes.

Conviene resaltar que en esta oportunidad pareciera que muchos países han aprendido la lección, y el apoyo financiero no se concentra exclusivamente en las empresas, como ha ocurrido en crisis anteriores, incrementando el desasosiego social y el radicalismo político. Es cierto que la corporación que recibe recursos de apoyo financiero debería mantener los empleos, pero no siempre ha sido el caso y, en algunas crisis financieras, la atención se ha centrado en los banqueros, menospreciando al público y sus hipotecas.

Debemos aclarar que el covid-19 no es virus contra los pobres, pero las condiciones estructurales de la pobreza en el mundo entero y, en especial, en los países más vulnerables, los convierte en el sector más afectado. En la gran mayoría de los casos viven en condiciones de hacinamiento, grupos humanos extensos en un mínimo espacio, ¿cuál distanciamiento social? El agua, obviamente es un privilegio, ¿cómo lavarse las manos con frecuencia? Si en el día no hay ingresos, no hay comida, ¿cuál cuarentena?; es decir, cuarentena o hambre.

En la complejidad de la crisis que enfrentan los países más vulnerables debemos sumar una diversidad de elementos, por eso se tipifica como crisis sistémica. Por ejemplo, no existen condiciones sanitarias para enfrentar la magnitud de afectados que puede genera la pandemia, por su fácil propagación y graves efectos en el organismo humano. En la mayoría de estos países no existe infraestructura sanitaria. Es realmente una fantasía pensar en las áreas de terapia intensiva o en los respiradores de última generación, la mascarilla de producción artesanal es un lujo. Esto significa que para muchos la muerte llega en casa, difícil contar con estadísticas exhaustivas y certeras en tales condiciones.

Otro síndrome estructural de los más vulnerables, es la corrupción, cualquier nueva dotación de recursos en el sector sanitario se convierte en un potencial negocio, un drama que se presenta en cascada, desde las autoridades del ministerio, hasta el personal de limpieza. La dotación podría llegar y desaparece, pero muy cerca se pueden conseguir y comprar los productos a precios astronómicos. La situación resulta más trágica en los países con gobiernos autoritarios, pues la nomenclatura goza de impunidad.

Abandonar a los países en desarrollo a su destino natural, bajo una perspectiva darwinista, y que sobreviva el más apto, no constituye la mejor decisión. Veamos el caso europeo, despreocuparse de los problemas sociales en África, en algunos casos utilizando el falso discurso del respeto de la soberanía o aprovechar los gobiernos autoritarios, ha estimulado migraciones que presionan permanentemente sus países y es un tema de discordia a nivel comunitario.

Si la pandemia incrementa la pobreza, como está ocurriendo, la ecuación implica que se incrementaran las migraciones, sin importar los muros, de múltiples formas llegaran. En este complejo problema todos tienen una cuota de responsabilidad. El incremento de la pobreza supone una bomba de tiempo en múltiples sentidos, es migración segura, pero también estimula delincuencia y violencia.

Algunos países en desarrollo han tratado de estructurar políticas que estimulen la estabilidad económica, la apertura del mercado, la atracción de inversiones; pero, no contaban con las devastadoras consecuencias de la pandemia. Dejarlos solos que enfrenten sus propias consecuencias, es la garantía de una mayor inestabilidad a escala mundial. En tal sentido, urge que los gobiernos democráticos coordinen, con el apoyo de múltiples instituciones, un ambicioso programa de auxilio financiero y de transformación económica, bien controlado y administrado; algo así como un nuevo Plan Marshall para enfrentar la pobreza mundial que se multiplica con la pandemia del coronavirus.

Profesor ARIG