Espacio
de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e
investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales
de la UCV. Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de
la agenda internacional y de las relaciones exteriores de Venezuela que
combina lo interméstico y global
María Gabriela Mata Carnevali *
“Tenemos problemas. La gente sufre y está enojada. La gente
ve que la inseguridad y la desigualdad aumentan, que los conflictos se propagan
(…) Las sociedades están fragmentadas”
No, no se trata solo de Venezuela, sino del mundo. “Somos un mundo en
pedazos, necesitamos ser un mundo en paz”, dijo António Guterres, el Secretario
General de la ONU este martes 19 en un llamado a los líderes mundiales a
afrontar los grandes desafíos de la humanidad con un espíritu solidario y de
unidad que refleje los principios de la Carta de las Naciones Unidas.
En su discurso se refirió a los lanzamientos
balísticos de Corea del Norte y el peligro de una catástrofe nuclear y a
la escalada de tensiones sectarias en contra de
la minoría Rohingya en Myanmar y afirmó que
la salida debe ser pacífica y emanar del diálogo.
También se refirió al avance del terrorismo en general, con
énfasis en Siria, Yemen, Sudán del Sur y Afganistán; y afirmó que para combatir
tan terrible flagelo son cruciales tanto la cooperación internacional como
políticas que aborden la pobreza e injusticias que facilitan la radicalización
y los discursos de odio.
Salida pacífica, diálogo, cooperación internacional son ideas
que están presentes todos los días en nuestras conversaciones en relación con
la situación país. Sin embargo, parece como si les hubiéramos perdido la fe. Se
han convertido casi en malas palabras, y resulta que esos y no otros son los
mecanismos ideales para la solución de controversias. Ya nada significa lo que
significa, sino lo que percibimos que significa y nuestra percepción está
nublada por la desesperanza.
No es para menos, el gobierno ha deshonrado la belleza de
estos conceptos haciendo de la PAZ un sinónimo de control y represión, del
diálogo un mecanismo de distracción y de la cooperación internacional un circo
de focas. Tanta es la manipulación de términos que el discurso de odio, según ellos
es el de la oposición, que lo que busca es manifestar la disidencia.
Pero no por eso hay que perder el rumbo y mucho menos claudicar.
Todo lo contrario. Ahora es cuando hay que apostar por la construcción de una
paz con justicia. La paz verdadera supone
y exige la instauración de un orden justo en el que los hombres puedan realizarse
como hombres, en donde su dignidad sea respetada, sus legítimas aspiraciones
satisfechas, su acceso a la verdad reconocido, su libertad y su seguridad
garantizadas. Un orden, en definitiva, en el que dejemos de ser objetos para
convertirnos en agentes de nuestra
propia historia.
En lo que respecta a nuestro país, confío en que el apoyo
mayoritario de la Comunidad internacional termine inclinando la balanza a favor
de la Democracia y los DDHH. Venezuela
es tema candente y ya forma parte también de la agenda de la ONU.
Lo cierto es que el multilateralismo puede hacer la
diferencia en todos los temas en debate. Como dijo Guterres, “sólo juntos
podemos hacer realidad la promesa de la Carta de las Naciones Unidas de
conseguir la dignidad humana para todos”
*Profa FACES/ ARIG
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