martes, 22 de mayo de 2018

ARIGlobal: Aislamiento internacional ¿Tiempo de aguante?



Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales de la UCV.  Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de la agenda internacional y de las relaciones exteriores  de Venezuela que combina lo interméstico y global

María Gabriela Mata Carnevali*





Somos la nota discordante/ los deicidas/ los culpables/ los que tenemos que pedir permiso para respirar/ para estar/ para ser/ somos los inconvenientes 
Ackerman
                                     

                                              
De las sospechas, no quedaron dudas. Maduro se declaró ganador en unas elecciones desconocidas por el mundo y la oposición, dispuesto a todo para perpetuarse en el poder. Viene más aislamiento. Los venezolanos retenemos la respiración ¿Tiempo de aguante?

En los pueblos atrasados y dormidos, aquellos que según la definición de Spengler son más Naturaleza que Cultura, en los llamados pueblos felahs porque se les compara con aquellos campesinos del Valle del Nilo que habían perdido la memoria de su pasado y que, sin acordarse de sus reyes y sus potentes dinastías, trenzaban juncos o recogían la cosecha eventual con que los obsequiaba el limo fértil después de las grandes crecidas del río, el tiempo no apremia ni parece correr, pues los seres ignoran como imponerle su voluntad.

 En Venezuela, de acuerdo con Mariano Picón Salas (1987), durante los gobiernos de Castro y Gómez estuvimos “dormidos”, es decir, tuvimos una dimensión puramente “campesina” del tiempo ya que el “aguante” y no la voluntad de cambio se adueñó del espíritu de la nación. Sin embargo, pudiéramos decir que por encima de ese tiempo rutinario e inerte empezaba ya a soplar un agresivo viento de historia moderna, y no nos referimos sólo a los cambios que trae consigo el petróleo, que rápidamente desplazó al café y al cacao como principales productos de exportación, sino al fin de los “regionalismos” y al nacimiento de una conciencia nacional democrática.

En el “dividir para reinar” del caudillismo vernáculo se acentuaba todo recelo o prejuicio regionalista. Monagas favoreció a sus “orientales”, Falcón a sus “corianos”, Crespo a sus “llaneros”, Castro y Gómez, como era de esperarse, a sus “andinos”. Los gobiernos subsiguientes a López Contreras (1935-1941) y Medina Angarita (1941-1945), aunque iniciaron un proceso de reformas, no pudieron deshacerse de la totalidad de la carga heredada, pero permitieron  la consolidación de la “oposición”, cuyo liderazgo sería el que, con apoyo del pueblo, derrotaría a Pérez Jiménez conquistando por fin la democracia para Venezuela en 1958 (Rodríguez Gallad, 1980).

Democracia a la que la “Revolución” pacífica pero armada de Chávez y hambreadora de Maduro ha herido de muerte, desconociendo todos los derechos ciudadanos, empezando por el derecho a la protesta, al punto de que el mundo habla ya abiertamente de dictadura y la moral del venezolano promedio de tanto aguantar palo se resquebraja. El heredero del Comandante muerto se reeligió fraudulentamente hasta el 2025 ¿Y ahora qué?

Los escenarios probables dependen mucho de la lectura que se haga de los hechos y la idea que se tenga del tiempo.

Primera lectura. Maduro ganó con trampa. El mundo lo sanciona por malo.  Muy bien. En efecto,  luego de la farsa electoral del 20 de mayo el mundo se prepara para imponer nuevas sanciones. El Grupo de Lima, parte del G20, incluido Estados Unidos, y la Unión Europea no solo no reconocen los resultados, sino que han comenzado a tomar medidas que van desde  la reducción del nivel de sus relaciones diplomáticas, hasta la radicalización de las sanciones económicas, todo lo cual apunta a un creciente aislamiento del país, en un momento en el que ya no se habla de crisis sino de emergencia humanitaria.

El gobierno que se autoproclama socialista dirá, por supuesto, que estas sanciones son las culpables de todo. Intentará lavarse el rostro con una desgastada retórica antiimperialista, recurrirá a sus aliados estratégicos (Rusia y China) y nosotros esperaremos con paciencia el cambio inducido desde afuera.

Segunda lectura. Porque si,  el 20 de mayo tiene otra lectura. Una lectura más optimista en la que el triunfo de la abstención, reconocido hasta por el ilegítimo CNE, es el triunfo del pueblo. Dada la presión ejercida desde el gobierno para votar, el triunfo del abstencionismo es una victoria del pueblo todo, sin diferencias ideológicas, un acto de desobediencia civil, una suerte de referéndum revocatorio que, en su grandeza, nos insuflará una voluntad de acción renovada perfectamente combinable con la acción internacional.

¿Con cuál nos quedamos? ¿De qué forma asumiremos el tiempo por venir? ¿Cómo los felahs, que esperan llegue la divina crecida del Nilo, se cruzan de brazos o rezan para invocar el milagro del cambio o como  aquellos que a lo largo de nuestra historia comprendieron que éste hay que construirlo, que el tiempo puede ser tarea dirigida, creación de conciencia y voluntad que modifica el letargo, el silencio y la fatalidad?

¡Venezuela, no te rindas! Se hace camino al andar.


*Profa FACES/ARIG/EEI



Referencias:

Picón Salas, Mariano (1987). “Pueblo e intelectuales” y “El tiempo y nosotros”.
     Comprensión de Venezuela. Caracas: Coordinación de Información y Relaciones de
     Petróleos de Venezuela.

Rodríguez Gallad Irene (1980). Venezuela entre el ascenso y la caída de la
  Restauración Liberal. Caracas: Ediciones AMON.



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