Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a
cargo de doces e investigadores vinculados al postgrado de relaciones
internacionales y globales de la UCV.
Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de la agenda
internacional y de las relaciones exteriores de Venezuela que combina lo
interméstico y global
Fidel Canelón F*
Como
anunciaron las encuestas, el PSOE fue el partido más votado en las
presidenciales del 28 de abril, dejando las puertas abiertas para la
continuidad de Pedro Sánchez al frente del gobierno. Con 28,7% de los votos
superó al Partido Popular de Pablo Casado (16,7%), a Ciudadanos de Albert
Rivera (15,9%), a Unidos Podemos (14,3%) y a VOX (10,3%). Con estos resultados
–que muestran un triunfo de los factores centristas sobre los extremismos de
distinto tipo- la socialdemocracia parece cercana de comenzar un nuevo ciclo de
dominio de la política española, después de los 7 años de mando popular con
Mariano Rajoy.
Lo
que está por verse es con qué otros partidos comenzará esta nueva travesía la
tolda socialdemócrata, partiendo de que solo logró 123 escaños de los 176
necesarios para conformar gobierno. Descartada virtualmente una coalición con Rivera,
cuyos 57 escaños le permitirían a Sánchez hacer una mayoría clara de 180 votos,
luce inminente un acuerdo con Podemos, que sumó 43 escaños, así como con las
agrupaciones no independentistas y alguna de las independentistas; con las
obvios costos que pueden significar para Sánchez estas últimas.
Pedro
Sánchez parece haber llegado al punto culminante de un espectacular
renacimiento político, después de renunciar a la secretaría general del PSOE en
2016, luego de que el partido no lo
apoyó en su postura de postular un gobierno alternativo a Mariano Rajoy,
decidiendo en cambio abstenerse para permitir la investidura de éste. En junio
de 2017 Sánchez empezó su regreso al ganar de nuevo la secretaría general del
PSOE, derrotando a Susana Díaz y a Patxi López en unas primarias. Lo sucedido el
1 de junio de 2018, cuando propuso una moción de censura contra Mariano Rajoy
por los diversos casos de corrupción en que estaban implicados funcionarios de
su gobierno, cuadra muy bien con aquella conseja maquiavélica: el príncipe
virtuoso es aquel que sabe aprovechar al máximo la fortuna cuando ésta se le
presenta. Sánchez, efectivamente, hizo gala de un gran sentido de la
oportunidad y liquidó al líder popular en un movimiento audaz y sorpresivo.
Aunque
con su triunfo el PSOE está lejos de los picos que tuvo en anteriores períodos,
el panorama luce en este momento alentador para este partido histórico. Sánchez
ha logrado un comeback fuera de lo común después de 10 meses de gestión donde
se manejó con cierto equilibrio, en medio de una España y una Europa acosadas
por los extremismos, y en el que además ha dejado un relativo buen sabor en las
mayorías españolas con algunas de sus políticas. Ha tomado medidas simbólicas y
efectistas, como la exhumación del cadáver de Franco y el aumento del salario
mínimo a 900 euros, que le fueron útiles para recuperar el fervor del votante
socialista y quitarle votos a Podemos. Pero ha impulsado, al mismo tiempo,
leyes responsables y loables, como el decreto-ley que da derecho a todas las personas
que habitan el territorio español a gozar de asistencia de salud (incluyendo a
extranjeros residentes e inmigrantes irregulares), una reforma educativa que
devuelve competencias a las autonomías y medidas en contra de la violencia de
género. En lo internacional, para nosotros es de interés destacar cómo pasó de
una posición ambigua con respecto al gobierno de Nicolás Maduro a un abierto
reconocimiento de Juan Guaidó.
Está
por verse si ahora, con los aliados que definitivamente escoja, podrá impulsar
una agenda que lleve al despegue de la economía española, logre la conciliación
exitosa del mercado con lo social y conjure las amenazas separatistas que
asolan a España desde varios años.
*Prof
FACES/ EEI
@fcanefe
Fuente: AFP
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