Espacio de reflexión sobre la realidad
internacional a cargo de docentes e investigadores vinculados al postgrado de
relaciones internacionales y globales de la UCV. Opiniones, comentarios y
reflexiones sobre distintos temas de la agenda internacional y de las
relaciones exteriores de Venezuela que combina lo interméstico y global
Felix Arellano*
El Presidente Donald Trump se presentó durante
el proceso electoral como un negociador exitoso que logró construir un enorme
emporio económico y que podría lograr la pronta recuperación del poderío
norteamericano. Luego de transcurrido
cierto tiempo, resulta obvia su disposición al empleo de un método agresivo y
ambicioso de negociación; lo que no está claro es su efectividad. Muchas dudas generan en estos
momentos los casos de China, Corea del Norte y Venezuela.
Como manifestación de la faceta más dura del
estilo negociador del Presidente Trump, en el plano internacional, podemos
mencionar los siguientes casos: el retiro del acuerdo de libre comercio transpacífico,
que promovió el expresidente Obama, como parte de la estrategia de contención
al expansionismo económico de China; el rechazo del acuerdo sobre el cambio
climático de las Naciones Unidas y el retiro de la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Tales casos ilustran sus posturas agresivas,
pero su efectividad es muy discutible, pues la expansión china sigue en
ascenso, el cambio climático es un problema global que se agudiza y la Unesco se
mantiene con sus debilidades. Para promover cambios eficientes sería más
conveniente trabajar con los aliados desde las propias instituciones.
El caso de México es digno de consideración,
pues desde la campaña electoral lo presentó como uno de los enemigos a enfrentar
y habló del acuerdo de libre comercio (TLC), del que México forma parte, como
un fracaso. Todo parecía indicar que vendrían tiempos negros en la relación
comercial. Ya en la presidencia, de inmediato inició la revisión del TLC y el
discurso explosivo anunciaba tormenta; empero, generó resultados paradójicos.
Por una parte, varios de los beneficiados con el TLC, que son muchos, lograron
presionar para que el acuerdo se mantuviera. Por otra parte, la hábil actuación
de bajo perfil de los gobiernos de México y Canadá, permitió que el acuerdo se
mantuviera con algunos cambios y el Presidente Trump tuvo que contentarse con
presentar el cambio del nombre como un triunfo.
El estilo explosivo también está caracterizando
la relación con sus socios tradicionales de la Unión Europea y de la OTAN.
Mucha agresividad que genera desconfianza y distancia para lograr objetivos
reducidos y de factible negociación técnica relativos a: comercio, inversiones,
propiedad intelectual, servicios, etc. Pero como parte del esquema explosivo y
poco eficiente, destruyó un espacio de negociación importante al rechazar el
acuerdo transatlántico.
Ahora nos encontramos con tres casos donde la
estrategia explosiva está generando serias dudas: la guerra comercial contra
China, el desarme nuclear de Corea de Norte y la salida del proceso bolivariano
del poder en el caso venezolano.
La relación económica entre China y Estados
Unidos es importante para ambas partes, de tal forma que los primeros
interesados en que se supere pronto la actual situación de incertidumbre son
los empresarios. Ya se han celebrado tres rondas técnicas de negociación, pero
las duras posiciones no permiten mayores avances. Adicionalmente debemos
destacar que el caso venezolano puede formar parte de las fichas de la negociación.
Con Corea del Norte se apreciaba un ambiente
diferente que generó confusiones iniciales, por la extraña receptividad del
Presidente Trump con el joven dictador Kim Jong-un, lo que evidenciaba un
cambio de estrategia. El primer encuentro efectuado en Singapur en junio del
2018, resultó afectivo, pero poco efectivo. Ahora, que se ha realizado el
segundo encuentro en Vietnam, la situación se ha tornado compleja con un final
abrupto, sin ninguna declaración, lo que evidencia la distancia de las posiciones.
Kim Jong-un aspirando el desmonte de todas las sanciones y el eventual retiro
de las fuerzas militares de Estados Unidos de la península; y el Presidente
Trump aspirando la eliminación total del programa nuclear de Corea del
Norte. El proceso de negociación requerirá de mucha paciencia y
creatividad y no de explosiones para resultar efectivo para ambas partes.
En el caso venezolano la explosión inicial del
Presidente Trump se ha orientado a promover las pasiones y eso le ha permitido
una gran conexión con la población venezolana, pues tenemos varios años
enfrentado el desastre bolivariano; empero, no está muy claro el alcance de las
opciones a desarrollar, ni la coordinación con los diversos actores
involucrados en su propio país como las diversas instituciones gubernamentales,
el Congreso y el partido demócrata. En estos momentos se observa en el ambiente
un debate sobre la efectividad del discurso emocional, lo que plantea la
posibilidad de perder credibilidad.
Estamos conscientes que nuestra grave situación
exige de soluciones urgentes, pero debido a la complejidad del problema
conviene mayor reflexión que pasión; mucha coordinación con la diversidad de
actores que participan y coherencia.
No es fácil tener paciencia en tan graves
condiciones, pero la impaciencia no es la mejor consejera.
Prof. FACES/ARIG/EEI
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