Alfredo Ordoñez*
Los recientes acontecimientos que se han venido desarrollando como consecuencia de la reelección de Vladimir Putin como Presidente de la Federación de Rusia por cuarta vez, muestran el deseo de la población rusa de sostener un hombre político que representa la imagen y fuerza de lo que en algún momento fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
El
presidente Putin se mantendrá en el poder hasta el año 2024, por lo cual se
estima que su accionar en el marco de las relaciones internacionales tendrá mayor
fuerza, pues cuenta con el apoyo de una población que le dio el aval para
representarlos en el escenario internacional.
La
política exterior que ha desarrollado el Kremlin desde la llegada de Putin al
poder, ha reflejado el renacer de un sentimiento que se creía muerto en la
literatura pero muy vigente en la genética de la población que vivió el mundo
bipolar, y que hoy en día recuerda con nostalgia, la época de la Guerra Fría.
Después
de la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en
1991, el mundo quedó tutoreado por los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU) y
las potencias de Europa Occidental como Alemania, Francia y Reino Unido, en
consonancia con una imagen de multipolaridad. Sin embargo, y a pesar del fuerte
impacto que trajo esa nueva dinámica en las relaciones internacionales, el ser soviet se ha mantenido en gran parte de
la población de todas las naciones que conformaron la URSS. En algunos casos,
por supuesto, es rechazado y negado por la juventud.
La
emblemática URSS se mantiene presente en el Báltico (Estonia, Letonia, Lituania), Asia Central (Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán), el Cáucaso (Georgia, Armenia, Azerbaiyán), en
Europa Oriental (Bielorrusia, Ucrania,
Moldavia) y en el centro del poder de Eurasia (Rusia).
A
pesar de la posición ajena de Ucrania sobre ese sentir, es preciso recordar que
en el año 2014, en los conflictos vividos en las principales ciudades del este
de Ucrania (Crimea, Donetsk y Luhansk) se observaron manifestaciones pro rusas,
lo que implicó una mirada inminente de preocupación por parte de las naciones
occidentales, principalmente de la Unión Europea y de los EE.UU, por el renacer
de un sentir de poder con futuras connotaciones geopolíticas importantes para
el escenario internacional, y que con la reelección de Putin se perciben con
mayor fuerza.
¿Qué se puede esperar en
la dinámica de las relaciones económicas?
Lo
cierto es que detrás del foco de la cámara, los Estados siempre han logrado a
través de la historia, establecer un equilibrio geopolítico en el escenario internacional.
Rusia suministra casi el 40% del gas que consume Europa Occidental por lo que,
a pesar de las sanciones económicas que se le han impuesto, el Kremlin está en
capacidad de ejercer presión, pues a pesar de los grandes avances en el uso de
energía limpias, todavía los hidrocarburos (petróleo y gas) satisfacen aproximadamente,
más del 70% del consumo energético mundial.
De
acuerdo con la Organización Mundial del Comercio (2017), se estima un
crecimiento del 3% de la economía mundial, lo que implicará seguramente un
incremento del consumo de energía, y más cuando hay perspectivas de crecimiento
como el caso de China y la India (6% y 7%, respectivamente), la Unión Europea y
los EE.UU (2% y 2%, respectivamente), África (2%), y América Latina (1%). En tal
sentido, y tomando en cuenta las discrepancias que se generan en el seno de la
Organización de Países Exportadores de la Petróleo (OPEP), Rusia jugará sus
fichas para incidir en el mercado energético y en el sistema financiero.
Vladimir
Putin logró una alianza energética con la República Popular China, que le
garantiza un mercado seguro por muchos años, y más cuando el Presidente Xi Jinping también fue reelegido hace
pocos días como líder político de la nación asiática. Adicionalmente, Rusia,
como parte de las economías denominadas BRICS, en donde Brasil, India, China y Suráfrica,
considerados como los países más emergentes del planeta, son en esencia las
naciones que en la actualidad resultan más influyentes en el escenario
económico internacional y por ende, son considerados destinos atractivos para
las Inversiones Extranjeras Directas (IED).
Finalmente,
la situación problemática que se presentó en Ucrania y la participación militar
rusa en territorio sirio es el reflejo de un sentir que se ha mantenido vivo y
nostálgico desde el ámbito del poder político y militar. Indudablemente, es
imposible que se pueda refundar la URSS ante un sistema global donde la
democracia juega un elemento clave de legitimidad para optar al poder, pero lo
que sí es factible es el renacer de movimientos nacionalistas pro rusos que
puedan alterar el orden de la región europea oriental y del mismo Cáucaso, lo
que traería fuertes implicaciones para las inversiones de los EE.UU en la zona
y el rechazo absoluto de Europa Occidental.
*Prof FACES/ ARIG/ Economía
@alf_ord
@alf_ord
Imagen extraída de http://aniversario.elpais.com/putin/.
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