Espacio
de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e
investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales
de la UCV. Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de
la agenda internacional y de las relaciones exteriores de Venezuela que
combina lo interméstico y global
Lucía Galeno*
La dinámica interna de los países se
desarrolla a un ritmo que pareciera muy rápido en comparación con la respuesta
internacional a ésta y a sus repercusiones. En este sentido, la crisis
política, institucional, económica y, sobre todo, humanitaria, que atraviesa
Venezuela, es una muestra patente del descompás entre la urgencia de acciones
efectivas con incidencia interna inmediata por parte de la comunidad
internacional y la lentitud con la que se manejan las negociaciones entre los
actores mundiales.
Ante la expectativa de la posible respuesta
institucional foránea a la crisis, el común denominador del ciudadano se
pregunta, ¿Cuánto tiempo es requerido para que se produzca una acción
internacional contundente que pueda traducirse en algún tipo de ayuda o cambio
en el escenario interno? La respuesta responde al análisis de una serie de
factores que conforman el entramado de la política internacional y que tienen
sus propios “tiempos” de evolución.
En la actualidad, existe una cada vez
más estrecha interdependencia entre los actores del sistema gracias a los
regímenes internacionales que permiten gran movilidad de factores productivos, relaciones
comerciales, financieras y, por supuesto, como consecuencia de las
comunicaciones físicas y virtuales. Así, lo que sucede a lo interno tiene algún
tipo de secuela a lo externo. Sin embargo, la acción de los estados responde al
principio de soberanía en su territorio, por lo que una gestión desde afuera, a
menos que sea justificada por los tratados internacionales, sería violatoria
del principio de no intervención,
admitido y respetado de forma generalizada en la comunidad internacional
después de mucho tiempo y esfuerzo.
Lamentablemente, este manejo diplomático
no excluye aquellos casos en los que se presentan violaciones al orden institucional
interno y externo como en las que incurre el gobierno venezolano. El problema
está en comprobar ante la opinión pública y la comunidad de países, el incumplimiento
de las normas establecidas por parte de un estado, lo cual es un proceso que
demora cierto tiempo, dado que se debe demostrar que no se trata de un capricho
intervencionista guiado por intereses particulares que puedan incidir en las
negociaciones, acelerándolas o retardándolas, sino de una verdadera falta a los
compromisos adquiridos.
En este marco, vale destacar que a
pesar de algunas voces advirtieron las reiteradas violaciones del orden
constitucional por parte del gobierno venezolano desde hace ya varios años,
éstas no fueron tomadas en cuenta por la comunidad internacional, hasta que
empezaron a cambiar los factores de poder en el escenario latinoamericano a
raíz del ascenso de gobiernos de ideología distinta a la izquierda; también,
mediante las denuncias hechas por Luis Almagro desde la Secretaria General de
la OEA; pero sobre todo, se hizo evidente, debido a la trasgresión de los
Derechos Humanos cometidas por el gobierno de Nicolás Maduro en el marco de las
protestas iniciadas en abril de este año; además de la reticencia del mismo en
atender la severa crisis económica y humanitaria en proceso y que, por el
contrario, desconoce.
Es la propia afectación de los países
vecinos por variables como las oleadas migratorias de venezolanos en la región
y el peligro que representa para la estabilidad del continente el estallido de
una crisis humanitaria en el país caribeño, expresada incluso en la alerta de
brotes epidemiológicos, lo que ocasiona que los hilos de la comunidad
internacional comiencen a moverse, para encontrar una solución viable y lo más
efectiva posible a la crisis venezolana.
Ante la imposibilidad de lograr un
acuerdo interno que permita superar la crisis, la potencial solución pareciera
devenir de lo internacional, al situarse en un estadio mayor de decisiones y
negociaciones que por su naturaleza, ofrece mayores garantías.
*Profa FACES/ EEII
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