miércoles, 11 de octubre de 2017

ARIGlobal: ESPAÑA EN SU LABERINTO


Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales de la UCV.  Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de la agenda internacional y de las relaciones exteriores  de Venezuela que combina lo interméstico y global

Por  FIdel Canelón * 




            España no ha escapado de lo que parece ser el pathos que define a buena parte de los pueblos del mundo desde los finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI: la confrontación con su pasado histórico y el cuestionamiento y redefinición de la identidad que los ha marcado desde que nacieron como entidades políticas en la era moderna.

De repente, la clase política dominante de Cataluña –con la aquiescencia de una parte significativa de su población- ha descubierto que la condición de comunidad autónoma que tiene dentro del orden constitucional nacido con la restauración democrática de 1977 es una camisa de fuerza para su progreso, y ha planteado la independencia para hacer justicia con una vocación de autodeterminación que –supuestamente- habría poseído desde siempre, pero que había sido frustrada por imposiciones de casas dinásticas imperiales.

            Nada nuevo, si tomamos en cuenta que en el último siglo las identidades políticas no han cesado de redefinirse al calor de las guerras y de grandes procesos políticos de cambio: la Primera y la Segunda guerra mundial, los procesos de descolonización de Asia y África y la implosión del sistema socialista encabezado por la Unión Soviética, generaron el desmoronamiento de imperios, y el surgimiento de numerosos nuevos estados, cambiando significativamente la dinámica del ordenamiento político mundial. Más recientemente, sucesos como la Primavera árabe generaron el derrumbe de viejos regímenes autoritarios de África y el Medio Oriente, y posteriormente guerras fratricidas, todavía en pleno desarrollado, que han disgregado, de facto, a estados como Libia, Siria, e Irak.

            La rebelión de Cataluña nos advierte que en estos años de globalización no solo los países de escaso desarrollo, con regímenes autocráticos  o grandes déficits democráticos son susceptibles de sufrir un desmoronamiento de su integridad político-territorial, sino también los países desarrollados con democracias consolidadas como España. Ellos también pueden ser víctimas de las vindicaciones históricas cobijadas en algunos de sus pueblos y comunidades, al calor de los tortuosos procesos de unificación de sus estados-naciones, que en el caso de España tomó cuerpo al unirse los reinos de Castilla y Aragón a fines del siglo XV.

Episodios como la rebelión catalana de 1640, durante la guerra entre España y Francia que terminó con la Paz de los Pirineos (1659) y particularmente las fuertes políticas centralistas y contrarias a su identidad cultural adoptadas por Felipe V –al entronizarse en el poder la dinastía de los Borbones en 1700- y más recientemente, las políticas antiautonómicas adoptadas por la dictadura de Francisco Franco, al parecer no fueron superados del todo y han propiciado este ánimo vindicativo y separatista.

            Más allá de las vicisitudes históricas, este intento separatista solo ha sido posible en el contexto de la grave crisis económica y social que ha afectado a España en la última década –con altas cifras de desempleo y fuerte afectación y desahucio de sus viviendas de amplios sectores-  que todavía no ha sido superada del todo. El descontento catalán llevó a la aprobación de un nuevo Estatuto de la Comunidad Autónoma, aprobado en 2006, donde, entre otros aspectos, se contempló reconocimiento del deber del uso del catalán junto al español y una mayor cuota de participación en los impuestos del estado español.

            De igual forma, el separatismo catalán hay que analizarlo en el contexto de la crisis que ha llevado al cuestionamiento y vigencia de la misma Unión Europea, en medio del descontento generado en la mayoría de sus países por las crecientes corrientes inmigratorias, la amenaza del terrorismo en sus distintas expresiones, y el replanteamiento de sus relaciones de poder dentro del orden global -crisis que tuvo su capítulo más notorio con el Brexit-.

El estado español se enfrenta a un largo y complicado proceso después de la accidentada y cuestionada consulta  celebrada este primero de octubre. Solo queda esperar que la racionalidad se imponga dentro del liderazgo político y civil nacional y de Cataluña. Sería desafortunado que las brechas se profundizaran y que, ante la ausencia de soluciones ecuánimes, se dispararan procesos de violencia como los que protagonizó el movimiento vasco por varias décadas. España merece conservar la paz y su integridad, respetando simultáneamente las demandas de sus ciudadanos y comunidades autónomas.

Profesor  FACES / EEII
@fidelcanelon



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