Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e
investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales
de la UCV. Opiniones, comentarios y
reflexiones sobre distintos temas de la agenda internacional y de las
relaciones exteriores de Venezuela que
combina lo interméstico y global
Lucía Galeno*
La UE ha seguido con mucho detenimiento
la situación en Venezuela a través de su Alta Representante para la Unión de
Asuntos Exteriores y Política de Seguridad (AR), Federica Mogherini, emitiendo diferentes
declaraciones que dejan sentada su postura acerca de la crisis en el país,
siempre llamando a una solución pacífica, democrática y apegada al orden
constitucional. No obstante, a raíz de los hechos acaecidos desde el 2017, la UE
ha fijado una posición más crítica y determinante contra el Gobierno de Nicolás
Maduro, como el desconocimiento de las elecciones presidenciales de mayo de
2018.
Ya Mogherini había informado, a apropósito de
la conformación de la Asamblea Constituyente, que no reconocería a este órgano
debido a las dudas surgidas respecto a “su legitimidad
y efectiva representatividad”, expresando, además, su
reconocimiento y apoyo a la Asamblea Nacional (AN), como poder legítimamente
electo. Fue justo en el 2017, cuando los demás poderes del
Estado arreciaron el cerco a las funciones y competencias de la AN, único poder
no controlado por la tendencia política favorable al Gobierno. Otro factor que
ha influido en la postura de la UE es la violación de los DDHH por parte de los
cuerpos de seguridad del Estado durante todo el lapso de protestas de calle,
que dieron origen a numerosas denuncias.
A inicios de 2019, con miras a la nueva
toma de posesión de Maduro, el recién electo Presidente de la AN, Juan Guaidó, asumió las funciones de Presidente de la República Encargado, ante lo que la
AN ha denominado “la usurpación” de dicho cargo por parte del sucesor de Chávez,
partiendo para ello, del no reconocimiento de las elecciones de mayo de 2018 con base en el art. 233 de la CRBV. En este sentido, la UE se encuentra definiendo
una posición que cada vez es más clara en apoyo a las acciones de la AN y su Presidente,
sin embargo, está el punto central del reconocimiento o no de Guaidó como
Presidente de la República Encargado, paso que ya ha sido dado por EEUU, los
países del Grupo de Lima, Israel, Australia y países europeos como Reino Unido,
Suiza, Albania, Kosovo, entre otros actores.
Aquí es necesario precisar que, más
allá de la Política Exterior particular de cada país soberano de la UE, este
ente opera como un actor aparte en el escenario internacional que busca ser la
expresión de una política común de sus miembros en los diversos temas de
interés. El fijar una posición como el reconocimiento a Guaidó pasa por poner
de acuerdo a sus miembros, consenso difícil de construir en un escenario en el
que, además de las fuerzas políticas de izquierda que pudieran ejercer algún
tipo de apoyo a Maduro, existe la necesidad de cuidar las formas en el
seguimiento de los procesos legales. Al respecto, en ciertos sectores europeos,
surge la duda debido a la consideración hecha por algunos de una “autoproclamación”,
asunto que pasa a ser materia de interpretación del texto constitucional. Siendo
la UE a través de su AR, el órgano que representa la unanimidad del criterio de
sus integrantes, resulta más que conveniente que la respuesta resulte de una
discusión filtrada, clara y que no contradiga la postura de ninguno de sus
miembros.
Hasta ahora, hay consenso en el
llamado a la realización de elecciones libres, democráticas y con condiciones,
pero no para el reconocimiento a Guaidó, aunque las declaraciones de Mogherini
revelen la voluntad mayoritaria de efectuarlo, en caso de no concretarse una respuesta
viable de parte de la administración de Maduro en los próximos días. En ese
camino, la postura fijada por Alemania, Francia, España y Portugal de dar un
plazo a Maduro para convocar elecciones, pareciera ser la de caballos que “tiran
de la carreta” de la UE en la dirección del reconocimiento. No obstante, habría
que esperar si se imponen otras propuestas como la de un nuevo proceso de diálogo
con “garantías”, en el que la UE podría ser participe o, si finalmente, cada
país toma su decisión individualmente.
Profa. Cátedra de Historia, EEI-UCV
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