Espacio
de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e
investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales
de la UCV. Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de
la agenda internacional y de las relaciones exteriores de Venezuela que
combina lo interméstico y global
Johanna Pérez Daza*
Los movimientos migratorios y flujos de personas
suelen ser la causa y efecto de problemas complejos. No son un fenómeno
reciente aunque en la actualidad se le considera uno de los temas que más ocupa
a los gobiernos, organizaciones y líderes del mundo, ya que afecta a un
considerable número de personas y grupos que, por distintas razones, deciden –o
intentan- dejar su lugar de origen y buscan asentarse en otros territorios que
ofrezcan condiciones de vida y garantías de las que carecen en sus
países.
Los motivos abarcan conflictos armados, violencia,
desempleo, crisis políticas, económicas y alimentarias, entre otros. Sus
dimensiones son tan amplias y extendidas que autores como David Held consideran
que la migración humana es una forma de globalización omnipresente.
Es un proceso que, ocasionalmente, implica grandes
riesgos y peligrosas condiciones de traslado, así como aspectos relacionados
con la documentación y la legalidad. Sin embargo, son riesgos que los sujetos
deciden asumir en busca de una mejor calidad de vida, o cuando menos, el anhelo
de un mejor porvenir para ellos y su grupo familiar.
Los movimientos de personas traen consigo debates
sobre la autonomía y la soberanía de los Estado-nación, entre los que se
encuentran su limitada capacidad para asegurar sus fronteras y controlar el
flujo de migrantes indocumentados e ilegales lo que, en oportunidades, amerita
acciones trasfronterizas y coordinaciones entre países, instituciones y actores
políticos, convirtiéndose en un tema impostergable en los asuntos
internacionales, pero también en los domésticos.
La aguda crisis que atraviesa Venezuela desde hace
ya varios años ha hecho que este tema -otrora distante y ajeno- se haya
convertido en una cercana realidad, al punto que la salida del país de millones
de venezolanos ha trazado un nuevo flujo migratorio en el continente, tal y
como señaló en meses pasados el director de la Organización Internacional para
las Migraciones (OIM) para Norteamérica, Centroamérica y el Caribe, Marcelo
Pisani.
Cifras recientes indican que cerca de un 30% de las
familias venezolanas tiene algún miembro que ha migrado en los últimos años.
Otros datos señalan que es una tendencia en ascenso concentrada principalmente
en la población juvenil y adulta.
Esta compleja realidad impacta la dinámica regional
y nacional, llamando la atención de instituciones y organizaciones
internacionales que ofrecen su asistencia. Es un escenario que no puede ser
desatendido o ignorado, pues su impacto se evidencia en el corto y mediano
plazo, mostrando otra dimensión de la crisis venezolana que se escurre hacia
otras latitudes.
*Profa FACES / ARIG / EEI
Vacío del migrante al abandonar su tierra, su vida y
su gente. Escultura de la serie Voyageurs , (viajeros) de Frances Bruno
Catalano.
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