Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a
cargo de docentes e investigadores vinculados al postgrado de relaciones
internacionales y globales de la UCV.
Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de la agenda
internacional y de las relaciones exteriores de Venezuela que combina lo
interméstico y global
Fidel Canelón *
La
noticia generó una pequeña conmoción, sobre todo en los círculos políticos y
académicos de nuestra región: Oscar Arias, el dos veces presidente de Costa
Rica y Premio Nobel de la Paz de 1987, respetado por tirios y troyanos, fue
acusado recientemente de abuso sexual por Alexandra Arce von Herold, una
psiquiatra costarricense y activista por el desarme nuclear. Dicho abuso habría
ocurrido en 2014, luego de culminar una reunión celebrada en casa del laureado político
y abogado costarricense. Pero la noticia
no se quedó ahí: en los días subsiguientes otras nueve mujeres, inspiradas en
Arce, introdujeron sucesivas acusaciones en los tribunales ticos por la misma
razón.
Este incidente lleva inmediatamente
a reflexionar el impacto que ha tenido más allá de las fronteras de los Estados
Unidos el movimiento Mee Too, que
tomó impulso a fines de 2017, cuando varias actrices acusaron de abuso sexual
al productor de cine Harvey Weinstein, quien a la postre sería enjuiciado por
los tribunales de su país. En unas pocas semanas Mee Too se hizo viral en numerosos países del mundo, generando
reacciones y denuncias de las mujeres contra connotadas personalidades
masculinas de los más distintos ámbitos laborales y de la vida social: la
industria del entretenimiento, las artes, la política, el deporte y los
negocios.
Es
notable, sin embargo, que -con algunas excepciones- solo en Estados Unidos Mee Too ha mantenido un alto perfil y generado
de verdad ulteriores consecuencias. Incluso dentro de los confines de Europa su
efecto ha sido limitado, llegando a presentarse declaraciones adversas de
sectores femeninos en países como Francia, que llegaron a decir que veían en él
matices totalitarios, al observar la liquidación pública a la que fueron sometidas
de manera indiscriminada muchas figuras masculinas. No hablemos de la mayoría
de los países asiáticos y del mundo islámico, en los cuales solo han ocurrido
unas contadas y aisladas reacciones. En América Latina, pese a las hondas
influencias del discurso de los derechos civiles y humanos de raigambre occidental
y del terreno ganado por los temas de género, como la violencia contra la mujer,
el aborto, así como los temas de la comunidad LGBTI y asociados, hasta la
denuncia contra Arias, Mee Too
prácticamente había pasado por debajo de la mesa.
Todo
esto nos introduce en el espinoso tema de la multiplicidad de factores que
condicionan el tratamiento de los temas de género a lo largo del globo
terráqueo, entre los que los elementos culturales y religiosos, las estructuras
sociales y familiares específicas, así como costumbres de carácter étnico o de
clan, juegan un papel determinante. En nuestra región, por ejemplo, más que el
acoso sexual, quizá el tema género que tiene mayor visibilidad es la violencia
contra las mujeres, que ha llevado a crecientes campañas de educación
promovidas por ONG y agencias gubernamentales; y que en países como México ha
tenido manifestaciones dramáticas, como el conocido caso de los homicidios de
mujeres en Ciudad de Juárez.
¿Cómo
explicar, entonces, la notable relevancia que tiene en Estados Unidos el tema
del abuso y el acoso sexual, mucho más que en sus pares occidentales europeas y
otras naciones del mundo? Posiblemente una de las razones nos la da Alexis de
Tocqueville en su extraordinaria La Democracia
en América, donde revela la honda impresión que le produjo la independencia
que las familias norteamericanas le concedían a sus hijas desde temprana edad,
adquiriendo una apreciable libertad para establecer relaciones sociales, contribuyendo
a darle un mayor margen de seguridad a la hora de desenvolverse con el sexo
masculino. Pero esto por sí solo no es suficiente. Junto a ello, sin duda, hay que destacar también el puritanismo
latente en la sociedad norteamericana hasta el día de hoy, que lleva a darle
una gravitación muy grande a todo lo que concierne al establecimiento de
relaciones carnales, y a poner bajo la vindicta pública todo lo que tenga una
pizca de lascivia o de cierta manifestación de las cargas libidinosas.
Una
cosa es indiscutible: los temas de género y asociados, como la problemática del
aborto, el matrimonio igualitario, la comunidad LGBTI, etc., siguen ganando
visibilidad y generando tensiones en muchas naciones. Y la rapidez de los
avances en esta materia dependerá en
buena medida de la capacidad de superponerse a las barreras culturales y
religiosas en las distintas regiones del planeta.
*Prof FACES/EEI
Generando
conciencia sobre la violencia sexual. Foto: Spotlight
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