miércoles, 28 de noviembre de 2018

ARIGlobal: BOLSONARO Y EL ESCENARIO AUTORITARIO


Espacio de reflexión sobre la realidad internacional a cargo de docentes e investigadores vinculados al postgrado de relaciones internacionales y globales de la UCV.  Opiniones, comentarios y reflexiones sobre distintos temas de la agenda internacional y de las relaciones exteriores  de Venezuela que combina lo interméstico y global


Fidel Canelón *



A pocas semanas del ascenso al poder de Jair Bolsonaro, las expectativas e incertidumbres en Brasil, América Latina y el mundo sobre su futura gestión no han cesado. Sus primeros anuncios ratifican que llevará adelante las medidas anunciadas en su Programa de gobierno, volviendo trizas las políticas públicas de sus predecesores en el Palacio de Planalto. En esa línea se enmarca, por ejemplo,  el nombramiento de un ministro de Economía, Paulo Guedes, que se ha comprometido a reducir la deuda pública mediante un agresivo programa de privatizaciones, concesiones y venta de propiedades públicas. O, también, la ruptura del acuerdo de asistencia médica con Cuba, que responde no solo a una óptica de la problemática social sino también a una visión de la política exterior que deja a un lado cualquier cortesía con los regímenes de la alicaída y decadente izquierda radical regional.

Estos primeros movimientos de Bolsonaro parecen ratificar que no será distinto como gobernante que como candidato: está hecho de la misma pasta de otros líderes carismáticos de corte autoritario que han tomado por asalto en las últimas dos décadas a América Latina y el mundo (Chávez, Trump, Correa, Morales, Orbán, Duterte, etc.). Es, al mismo tiempo, auténtico y políticamente incorrecto, rasgos que lo convierten –al igual que sus pares- en seductores de las grandes mayorías, decepcionadas, por múltiples motivos, de la clase política tradicional.

En el caso de Brasil, esos motivos se conocen con claridad: después de una década de continuo crecimiento económico (2002-2013) la octava economía del mundo entró en barrena desde el 2015, durante el segundo mandato de Dilma Rousseff, al caer ese año su PIB en -3,8 %, y aumentar sustantivamente el desempleo y a inflación. A todo esto se unió  un verdadero tsunami de casos de corrupción, destacando el Lavajato y el escándalo Odebrecht, que llevaron a la investigación y el encarcelamiento de diputados, ministros, funcionarios de empresas del estado, gerentes de empresas privadas y, por último, a la destitución de Rousseff y el encarcelamiento de Lula Da Silva.

En este cuadro de cosas, una de las incógnitas que genera Bolsonaro es hasta qué punto sus propensiones autoritarias pueden tomar cauce y poner en peligro a la democracia brasileña. Es fácil caer en generalizaciones y extrapolar lo sucedido, por ejemplo, en la Venezuela de Chávez, por la condición militar de ambos. Pero estas comparaciones pueden ser, en principio, superficiales. No tanto por las diferencias ideológicas entre los dos líderes –no en balde hay dictaduras tanto de izquierda como de derecha, así como populistas de ambas tendencias– sino porque cada país tiene sus circunstancias y sus singularidades. Hay, además, importantes diferencias en las trayectorias de Chávez y Bolsonaro: éste ha tenido una larga carrera de parlamentaria de 27 años - todo un récord- que empezó en1991, hecho que, de alguna manera u otra, lo convierte en parte de la clase política brasileña.

Otro dato importante que puede servir de alivio a muchos, es que Bolsonaro, a diferencia de Chávez, Morales y Correa, etc., nunca ha coqueteado –al menos hasta el momento– con la convocatoria de una Asamblea Constituyente, mecanismos que utilizaron éstos para atornillarse en el poder y consolidar sus regímenes políticos no competitivos. Esto, por supuesto, no es ninguna garantía de que su eventual proyecto autoritario no tome vuelo; y es de lógica aventurar que si la realización de sus planes de gobierno más importantes y de sus propuestas conservadoras se viesen obstaculizadas por el Parlamento –donde va a estar, en principio, en clara minoría, a menos que pacte con varias fuerzas– o por los demás poderes públicos, sobre todo el TSJ, el escenario autoritario a través de una constituyente o una amplia reforma constitucional tomaría fuerza.

Pero quizás el elemento que pueda causar mayor preocupación con respecto a un ejercicio antidemocrático de Bolsonaro es su posible cooptación de las Fuerzas Armadas Brasileñas, en un contexto en el que se vea enfrentado a las fuerzas democráticas mayoritarias.  El hecho de tener un vicepresidente militar (Hamilton Mourao) y haber nombrado –hasta este momento– 6 ministros militares de los 13 anunciados, crea una preocupación razonable de que se vea tentado de involucrar a la institución militar en actividades que aumenten su presencia e intervención en el Estado y la sociedad brasileña. Esto, a su vez, puede darse la mano con el discurso ultraconservador del cual él es portavoz, con sus mensajes homofóbicos, contra el aborto, los negros y otras minorías, que han prendado siempre en las fuerzas militares y otros sectores tradicionales de la sociedad brasileña.

El panorama, en fin, es complejo y habrá que esperar el primero de enero. Pero es indudable que la democracia brasileña va a tener su mayor prueba en más de tres décadas.

* Prof FACES/ EEI


Autoritarismo y Cultura politica. Foto: Editorial FGV

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